jueves, 12 de junio de 2008

UN BREVÍSIMO DESAHOGO

Rosauro tiene otro de sus ataques catarsitónicos:
- Ya sé que es un engreído, con todos esos músculos forrándole el cuerpo. Tú sí que lo entendiste, por eso te portaste tan frío. Y él te aprecia, no creas. Desde el principio, ¿recuerdas?, por aquellos días que lo pasábamos tan bien los tres viendo películas románticas y en la resaca de las fiestas esas pelis de acción con aquellos tipos hipermusculados. ¡Ha!, qué momentos tan inolvidables. ¿Recuerdas cómo lo conocí?, en aquel restaurante tan mono, como Rober se me acercó y me pidió fuego con sus ojazos tan profundos, y claros, donde yo pensé por unos instantes que el fuego iba a salir de su mirada. Él, que podría engatusar a cualquier ser, incluso a ti. Eso parecía en un principio. Pero, más adelante, demostró su verdadero rostro, el de un vividor, un chulo, un macarra sin escrúpulos, sacacuartos. Nos ha dejado como estábamos, al principio, sí, con mi triste sueldo para los dos, y un montón de cosas que comprar. Lo fue vendiendo todo poco a poco. Y yo sin enterarme de nada. Siempre he sido tan inocente, ¿verdad?.. Sólo me gustaría verlo otra vez. No, no es lo que crees, es para decirle que es un cerdo... ¡aaay!
- "Miaaaaaauu..."

1 comentario:

MANUELO dijo...

Este relato "hiperbreve" fue editado por Publicaciones Acumán, en la colección "Los cuentos de nunca acabar" por una causa altruista de ayuda al tercer mundo. 1999.