jueves, 11 de septiembre de 2008

EL UNIVERSO Y YO DESBOCADOS

“EL UNIVERSO DESBOCADO” (de PAUL DAVIES)
Y yo también.

¿Quién duda de que viajamos por el Universo con nuestra vida a cuestas? Vida y más vida. Si lo meditamos, acaba uno cansado de las cifras súper gigantescas del Cosmos y conviene refugiarse en el planeta Tierra un tiempo. Hacerlo en ese micro punto del Universo que es la naturaleza terrestre. Ésa, que nos recoge a todos los seres vivos con su verde abrazo. Ésa, que por sí sola puede explicar el motivo de la creación. Es el último punto donde la molécula se ha asociado con otras para un orden superior. De ahí al Ser Humano ya sólo es problema de ir mejorando esa organización. Debe ser muy bueno, para la esperanza, marcharse al campo y gritar a voces: ¡mamá, mamá, mamá!
¡Qué corta es la vida del hombre! ¿Por qué?, si la molécula es eterna. Si apenas nos da tiempo en la vida a uno o dos fracasos y, a un sólo acierto. No es justo. Y menos para el Ser Humano, aposentado en lo más alto del escalafón, sabedor de su existencia y de su muerte. Cuanto menos la mayoría de los humanos tienen tiempo de meditar gracias a la tecnología, y ello va en avance. Corre muchísimo más lo artificial que lo natural. La tecnología nos conduce, a toda prisa, ¿hacia dónde? La Eternidad espera.
Esquivar la pregunta es el método simplón.
La tecnología tiene innumerables ventajas para los estados del bienestar, y eso es de agradecer. Pero es el Hombre quién la debe controlar, y eso, ya, no es tan de agradecer. La destrucción de las civilizaciones ha pendido siempre del Ser Humano y de sus dirigentes. Según las palabras de Paul Davies, cuando el hombre tenga tecnología suficiente para saltar de estrella en estrella, la posibilidad de destruirse a sí mismo sería de un porcentaje altísimo; la de arrasar con la naturaleza superviviente aún mayor. ¿Sería conveniente poner freno a ese avance tecnológico y enfrentarnos a los problemas de convivencia entre nosotros?
Pues seguro, si abrigamos el método no materialista.
Pero echando una mirada al futuro, puede que la Humanidad halle su destino en la exploración del Universo. Todo ello tendría que ser a raíz de haber mejorado sus conceptos de convivencia y hacerse las preguntas necesarias para llevarlo a cabo. Imagínate que vayamos a otros planetas exclusivamente a conquistar. Detalle que a nadie extrañaría. Llevaríamos la tecnología y la implantaríamos como la nueva religión para los alienígenas. Quizá ellos solo pretendan vivir en paz con su planeta, y nosotros vayamos a decirles lo equivocados que están, ¡con dos cojones! Todo esto me lleva a pensar en la vida que los seres no inteligentes, o, por lo menos, no tecnológicamente inteligentes, llevan en la corteza terrestre. Recordemos, como el Hombre domina al súper predador a su antojo. Ése que dominaba, ya no a su antojo sino al de la natura, a la presa. Y ésta sigue el giro hacia otra. Y aquélla cumple otra parte del giro hacia otra que ya vive del verde terrestre. Y llega el Hombre y planta una mole de hormigón en el centro del círculo. No hay que olvidar que hemos salido de ese círculo; a no ser que alguien nos pusiera aquí a capricho, y eso no se lo cree nadie. Ninguna civilización de otro planeta vendría aquí a plantarnos y luego irse, con el frío que debe hacer por el camino. A lo mejor sí que han venido, huyendo de una estrella extinta, refugiándose en el planeta azul, para morir aquí atacados por un extraño virus, como ya tuvo la idea H. G. Wells en su obra La Guerra de los Mundos. O quizá Dios. Pero no, hemos debido salir del círculo animal y, por tanto, debemos respetarlo hasta los confines más humanamente posibles. Esta es mi postura, hasta que me emborrache y la cambie durante un rato.
EL BING BANG. El principio de todo como lo interpretamos por aquí. La hostia el Bing Bang. Menuda explosión más acojonante. Tela marinera el primer segundo de esa explosión, ese minúsculo huevo que albergaba todo el Universo futuro. Se me acopla la mente al infinito. Va muy ligado cualquier cuelgue con la inmensidad del Cosmos. Ab initio, y explota algo más pequeño que un átomo, y 15000 millones de años después nosotros hablamos de ello, tan lejos de ese punto que no podemos comprenderlo y abarcarlo con un solo cerebro; y, aún, hay cosas más lejanas.
“Hay otros mundos pero están en ti”
Me surge un problema a raíz de esa explosión. Hay tantos porqués, que es tontería intentar explicar todo. Es como un niño pequeño que va por primera vez al campo y observa todas las, para él, maravillas. Si le explicas una por una no acabas nunca. Es más relajante exponer la concepción y que el tiempo haga lo demás. Eso me lleva directamente a la creencia de que algo, alguien, alguna cosa, energía pura y dura, hizo estallar ese minúsculo huevo para que creciera y creciera y creciera.
Davies aclara el concepto de la nada. Dice que el Universo conquistó esa nada. No que la llevara con él. ¿Entonces la nada qué es? ¿Y por qué esa explosión?
Se puede creer en un Dios. Es algo temerario no hacerlo. Si no eres tan escéptico como Hume y necesitas esa explicación, y la ciencia no te la proporciona, es Dios. Y lo podría llamar en latín, Dei, acabemos, o por teléfono a cobro revertido. Pero ese primer motor inicial sería Dios y a partir de ahí, todo es causal. Arjé. Claro que con tanto esfuerzo en soliviantar esa espectacular explosión, yo ahora estaría descansando y esperando que el Universo vuelva a reagruparse para iniciar otro ciclo. Lo que el Ser Humano ha pretendido después con la Religión y las creencias divinas, para mí, es arena de otro costal. Tampoco estoy de acuerdo con aquellos listos que manejan a los creyentes a su antojo y a su conveniencia. Pero sin ente superior, no hay Bing Bang... de momento. Ser aristotélico en este aspecto. Que Santo Tomás de Aquino piense algo parecido no me hace a mí ser un santo, también. Creo que se mata buena parte de la curiosidad e incertidumbre echándole el marrón para lo Superior. Además, quién explica el Bing Bang de las almas sin un ente superior. De algún lado han tenido que salir ¿¡No!? Eso sí, se puede pasar de todo y dedicarse a, simplemente, coleccionar sellos, si uno quiere.
Por cierto, que a la pregunta de: "¿Quién es mejor: el que hace menos mal o el que hace más bien?", debo reconocer que opino que es el segundo. El límite es casi imperceptible, pero el sólo hecho de mencionar la palabra bien, ante esta incertidumbre, me avala para inclinarme ante esa segunda postura. Me gustaría que Platón me diera la razón. Él opinaba lo mismo. Un árbol es el que hace menos mal, seguro. Una persona puede, al final de su vida, salirle la cuenta positiva. O sea: más bien. Lo ideal me cuesta trabajo imaginármelo, ni tan siquiera.
Hasta ahora la única evidencia de vida es nuestro planeta, La Tierra. Pero si tratamos con porcentajes, está clarísimo que debe haber mucha vida repartida por el Universo. Un planeta con vida cada 100000 estrellas como mínimo. Una civilización inteligente cada 10000 planetas con vida. Y ahí, de nuevo, me sumerjo en el punto de los E.T. Pero ya está bien; lo tenía despejado antes de desarrollar este escrito, que cambia con cada redacción.
Ya no me toca referir este tema, a fondo, hasta pasados 10 años, justo con el nacimiento de una nueva estrella, según Davies. Quizá la próxima vez haya cambiado algún concepto con un nuevo avance de la técnica, para que arrastre mi futura opinión. Soy partidario de ello, cuando hay razones y nueva información aportada al tema. No soy un muerto viviente. Estoy abierto al cambio. No puedo evitar seguir pensando en las almas. Eso tiene lana que escardar. Lo único claro es que la que nos toca no debiéramos mancharla. Se supone que nos viene inculcada pura y cristalina. Difícil misión. A veces, creo que la abandonamos si nos descuidamos.
¡Pues claro que existen los extraterrestres!, los observo a diario, aunque todavía estoy esperando que algún día me abduzcan para ser tan feliz como tratan de aparentar ellos.
Algunos lo llevan claro, y crudo, conmigo.
SUERTE.

1 comentario:

MANUELO dijo...

¿Me estaré volviendo loco?