martes, 28 de octubre de 2008
SALUDO MAÑANERO
exclama un jubilado añejo, en el Dia,
"y si no nos los da, que no nos los quite",
espeta otro que espera a la cajera.
lunes, 27 de octubre de 2008
PESADILLAZA
domingo, 26 de octubre de 2008
LOS COLORES DE TI
sábado, 25 de octubre de 2008
Romance al PEREGRINO del AMOR
jueves, 23 de octubre de 2008
LA PUÑETERA CRISIS (I)
LA PUÑETERA CRISIS FINANCIERA de 2008
LIQUIDEZ
Capacidad que tienen los sujetos económicos para hacer frente de modo inmediato a sus obligaciones financieras.
Conjunto de activos líquidos, internacionalmente aceptados, en poder de cada Estado y con lo que éstos hacen frente a la liquidación (convertir activos, fondos de inversión, letras del tesoro, etc., en dinero efectivo) de sus saldos internacionales.
SOLVENCIA
Sin deudas y con crédito. Que es fiable.
Capacidad para arreglar cuentas y pagar sobre la deuda referida.
RECAPITALIZAR
Término que se han sacado de la manga algunos políticos y economistas para no asustar a los banqueros y evitar que se larguen con el dinero que les va a dejar el Estado.
LA BOLSA
Mercado organizado donde se reunen periódicamente profesionales para vender y comprar mercancías y valores públicos, títulos del Estado, etc. Existen dos clases principales: bolsa de valores (inmobiliarios, acciones y obligaciones) y bolsa de mercancías. Surgió para fomentar la concentración física de los oferentes y demandantes y que pudieran establecerse los tratos sin la presencia material de los productos, lo que ayuda al conocimiento exacto de las múltiples alternativas existentes.
Los intermediarios (agentes) adquieren títulos (participaciones, acciones) para los clientes, que entregan al día siguiente de cada sesión. Dichos títulos se transforman en dinero mediante los dividendos (ganancias) que las empresas van repartiendo periódicamente, o vendiéndolos. De ahí que haya que estar muy atento a los movimientos porque el mercado fluctúa e incluso la empresa puede dar en quiebra y se perderían los títulos.
OTRAS CRISIS
GRAN DEPRESIÓN 1929 (colapso en América), SAVING & LOANDS 1985 (desregulación financiera), El CRASH 1987 (pérdida incontrolada del dólar), La CRISIS ASIÁTICA 1997 y la BURBUJA TECNOLÓGICA 2000 (Internet y las.com).
LA CRISIS PERMANENTE QUE SOPORTA LA CLASE TRABAJADORA.
HASTA LOS COJONES
Extraña sensación que se recoge en la mirada ciudadana y que recorre todo el cuerpo al pensar la clase de fulanos que han estado manejando nuestros ahorros.
...seguirá...
miércoles, 22 de octubre de 2008
PODRÍA SER PEOR...
La podemos escuchar a nivel interior, cuando surge de nuestra mente y no explora el exterior, o puede llegarnos a través del aparato auditivo. En ambos casos su destino final va a ser la residencia de nuestro conocimiento. Y aquí freno para no meterme en un jardín, sin ser jardinero, ya que el conocimiento no tengo la menor idea de dónde reside.
Al escucharla una sensación inevitable nos inunda y no es otra que la de haber metido la pata en alguna faceta de nuestra vida, si no en toda.
No sé si es un gran consuelo.
Pero, hay otra frase que es hermana de aquélla aunque con otros gustos: podría ser mejor. Los cauces de captación son los mismos.
¿Cuál nos favorece? No lo sé del todo.
Cada una de ellas tiene su momento.
Lo que sí puedo sospechar es que una va a ser más favorecedora que otra.
Lo demuestra el hecho de que una nos cierra los ojos y la otra nos los abre.
martes, 21 de octubre de 2008
¿Qué estarás haciendo ahora?
lunes, 20 de octubre de 2008
RECORDANDO1
jueves, 16 de octubre de 2008
NO ES LO MISMO
Escuché a una comentarista del cuore, que no sé si era periodista o venía del famoseo compinchado y pactado entre aprovechados, detalle que me resbala, y aquí que cada cuál incluya a quién le parezca oportuno, va y le dice que, a un "famoso"que por supuesto vive de algo parecido a como lo hace ella, no ha sido caballero por contar la relación, con detalles de cama incluidos, con una supuesta amante tan vividora como ellos dos.
Él le replica que ya había contado, ésa, su amante, una relación anterior y bien detallada. Jolines, dice la primera que la otra puede contar lo que quiera de su vida, que una mujer puede hablar de su vida si así lo prefiere. Y sigue él: eso es precisamente lo que he hecho yo, he hablado de mi vida y no puedo evitar que haya intervenido otra persona.
E insiste la comentarista: ¡no es lo mismo!
¿Por qué?
Porque sí.
O sea, si yo me acuesto con una muchacha y lo cuento soy un cabrón y si el mismo suceso lo relata ella entonces no pasa nada porque es su vida.
Eso es lo que yo saqué en claro en una de esas extrañas conversaciones televisivas.
Ahora digo: sería una buena definición de hipocresía, aunque sea leve.
miércoles, 15 de octubre de 2008
UN CHISTE REBELDE
Le dice la señora al policía.
- Pues, sí, claro, sí... por qué?
Contesta el otro.
- Por mi perro, por mi perro...
Replica ella.
UN ALOCADILLO PLAN
La cosa fue que debía desplazarme al centro de Madrid por un doble motivo: descambiar una camiseta, con un defecto, que adquirí dos días antes en una tienda de ropa, y la escapada al cine, todo en compañía de mi novia de aquél momento. Mi edad era 19 años y ella tendría 17 ó 18. Diré, para un buena captación del hecho, que entre nosotros la comunicación era catastrófica, ella no hablaba y yo lo hacía demasiado, la relación estaba condenada al fracaso, sobre todo por mi interés en apartarme del aburrimiento que esa situación acarreaba y darle protagonismo a otras personas para recibir una respuesta que de ella apenas llegaba, y, sin poder evitarlo, provocaba su enfado, por sentirse menospreciada. Pero yo odiaba el silencio por entonces, ya que el menosprecio entonces lo sentía yo.
El plan iba a ser el siguiente: ella se acercaría a la tienda con la camiseta para descambiarla y yo la esperaría en un bar cercano, pero no a la vista, mientras tomaría una cañita. ¿Sencillo? Los cojones, ahora veréis.
Durante el trayecto en autobús hasta el centro le relataría mi idea en la que la chica tendría una importancia capital. Un paso importantísimo iba a ser que me quitaría la camiseta en las postrimerías de la tienda, para de este modo no llevar carga alguna, antes y después de la operación, en nuestro paseo por la ciudad. No recordé hasta que me vi sentado en el asiento del bus que la tienda estaba ubicada junto a la calle Carretas y muy cerca de los billares VICTORIA. Una zona llena de maricones maduros en busca de algún mozalbete que haga un rato de chapero y donde la prostitución callejera era protagonista absoluta. Sí, en esa zona tendría que lucir el torso, firme y marcado de gimnasio. Me consolaba pensar que era pleno verano y sería a las seis de la tarde. Ella entraría en la tienda con la prenda bien doblada y la descambiaría por otra de la misma camada. Saldría a encontrarme. Me enfundaría la camiseta nueva. Y colorín colorado.
Ya en el autobús sufrí uno de los enfados de mi compañera, y fue por que a una muchacha, sentada junto a nosotros, se le cayó el bolso y yo lo recogí con mucha amabilidad y se lo devolví con mi mejor sonrisa. El detalle creó el silencio más incómodo y yo no me atreví a romperlo para evitar un nuevo mandato a algún lugar asqueroso hacia mi persona. No repasamos el plan y no le pude recordar dónde debía buscarme después del cambio. Di por sentado que no hacía falta.
Llegamos al sitio.
Me veo luciendo tipo en un bar, que pasaría el examen para antro, con tres tipos mirándome. Uno de ellos se acerca para ofrecerme un cigarrillo y me dice que me compra una camisa si me voy con él. No veas cómo sudaba por todo mi cuerpo. Alargué los tragos de cerveza, ya que por allí no aparecía nadie con mi camiseta, cuanto pude. Veinte minutos sin saber dónde fijar la mirada y esquivando las frases que me llegaban como cascada por parte de los maricones. “Te vas a resfriar, guapo”. “Te han dejao plantao, vente conmigo”. “Ven, mira, toma, te regaló un paquete de tabaco, toma, cógelo”. En fin, cuando ya no aguanté más, a la media hora, me marché, para encontrarme en la calle a varias prostitutas que me lanzaron sus encantos: “vente conmigo, hermosura, que te voy a cobrar la mitad”.
¿Pero dónde estaba mi compañera?
Durante otro buen rato anduve a paso ligero por las calles adyacentes a la tienda, haciéndome notar cada vez más. “¡Qué coño buscas, niñato!”, me preguntó un proxeneta, y no supe contestarle.
Al fin la vi.
Se hallaba en un bar colindante aposentada en un taburete con un refresco apoyado en la barra y mirando la televisión. Ya había pasado por allí, pero resultó que ella había bajado al servicio. Se había equivocado de lugar al esperarme. ¡Eah!; y tan tranquila esperando.
Discutimos por el altercado. Como siempre, me mandó a la mierda varias veces porque decía que era yo el que se había equivocado. Sin más.
Pues nada, andando para el cine. Y que hablen los actores.
lunes, 13 de octubre de 2008
¡PALÀNTE!
siempre adelante.
Adelante,
el ave peregrina
el velero en su marítima ruta
la bufa que se respira
el viajero que camina
la gracia de la vida
y el tesón que te domina.
Adelante,
como gira la luna
y lo hace el largo río
el campesino que ara
la incansable ola
el natalicio de un niño
y la ruleta de la fortuna.
Adelante,
una y otra vez.
Adelante va el tren de ilusiones cargado
la mano de tus padres
la edad que te mejora
la ilusión de volver a empezar
el amor de tu amor
todos los miedos a errar,
con el girar del planeta
lo hace el galope del caballo
la nube que riega
y esa empatía general.
¡Adelante!,
¡vamos!, vamos siempre…
¡palànte!
LO SIENTO
tu gris semblante
el ronco sonido de tu corazón
la voz que no peca
esa timidez errante
lo que siento.
Oigo tu humana plegaria
el eco de tu pecho
ese lamento ahogado,
tu herida cicatrizante,
por mi témpano golpe.
Es eso lo que siento.
viernes, 10 de octubre de 2008
caer y/o levantarse
miércoles, 8 de octubre de 2008
UNA TARIFA CAPRICHOSA
Entonces vi como ella venía. Había posibilidades de que se dirigiera hacia mi posición. Haría media hora larga que ningún viajero se había dignado acercárseme. A esta marcha no podría foguearme en la vida.
Si no han estado nunca en el vestíbulo de Atocha donde se despachan los billetes de tren para el resto de España desde la capital, imagínense seis o siete colas, en paralelo, con una media de treinta personas constantemente, para salida inmediata, y el resto, los de venta anticipada, siempre con alguien en cada una de las ventanillas, y bastante más de cien personas esperando turno. O es decir, puedes estar muchos, pero muchos minutos según el caso, desde que decides sacar billete hasta que te lo llevas por fin. Al parecer la muchacha decidió probar fortuna conmigo para ahorrarse cola en esta ocasión.
Qué pedazo de morena, unos vaqueros bien apretados reclamaron mi atención ipsofacto, una camiseta ajustada como una tuerca a su cuerpo resaltaba sus pechos en un escote que podría aparcar la bici. No está buena ni ná, sí, acércate, anda, dame trabajo preciosa. De sus labios, pintados con rojo sangre, surgieron las primeras palabras, que no escuché del todo porque mi atención se la llevaban sus ojos y su melena zahina, a medias.
- Quisiera descambiar un billete, ¿tú lo haces?
- ¿El qué hago?, jején.
- Tengo mucha prisa, -dijo ella-, y ninguna gana de cachondeo.
- Bien, déjame el billete y avanzamos la historia.
Era horroroso para mis nervios verla allí como apoyaba las tetas en el mostrador y se atusaba el pelo. Observé el billete que quería cambiar y la tarifa a la que estaba acogido. No me voy a enrollar, pero comunico que era una operación de lo más complicada para un novato (un billete de ida y vuelta en la que se quiere cambiar sólo un viaje, y con multitud de descuentos). Eso y que yo empezaba a no atinar nada de nada, cuando me percaté que quería encender un cigarrillo y comprobé que era militar.
- Oye, no se puede fumar. – Le dije con algo de sorna.
- Jóder. –Contestó y guardó el pitillo.
No veas cómo me clavó la mirada. Entonces, quise agradarla.
- De modo que eres militar, yo la hice la Mili en Cerro Muriano, un día me tuve que afeitar con gaseosa. Menudo calor y menuda sequía, ¡no veas tú!
- Mira, ¿puedes cambiármelo ya? Me tengo que ir.
Decidí centrarme en la operación informática a realizar. El paso era buscarle plaza en el nuevo destino antes de anular el viejo, porque de no ser así perderíamos la plaza ya adquirida y quizá no haya otra para el cambio. Que una mujer tan bella estuviera pendiente de todos mis movimientos me pilló a traición, y, en un lance, me equivoqué de ventana en la pantalla del ordenador. Y, sí, le anulé el billete en primer lugar y luego busqué plaza en la nueva ubicación, y sí, cómo no, no quedaba plaza alguna libre. Pero, qué desastre, su billete ya estaba anulado y perdería ambas plazas. Unas gotas frías de sudor aparecieron colgadas de mis cejas como por arte de magia.
- Oye, tengo que darte una mala noticia.
- Jóder, cómo lo sabía yo, si ya desde lejos te he visto la pinta.
- Te acabo de anular tu billete y no puedo ofrecerte otro.
- ¿Qué?, no me lo puedo creer.
- Te lo juro.
- ¿Pero tú eres gilipollas? – Espetó ella.
- Creo que sí. Pégame un tiro si quieres. Aquí al lado hay una parada de autobús, por si te viniera bien el horario.
- Desde luego, que me entran ganas. ¡Vaya un tío tonto!
Cogió el billete anulado y se marchó para atención al cliente, a los que yo ya había avisado del suceso. Mis compañeros tuvieron un gran problema que al final pudieron resolver. Yo me salvé de la quema por hallarme en prácticas.
Es una anécdota sin demasiadas pretensiones; pero que confirma lo que todos sabemos, o intuimos, casi a ciencia cierta.
SALUD.
miércoles, 1 de octubre de 2008
UNA AMIGABLE BARRA DE PAN
Se han ido. No. Ella se ha ido y se los ha llevado.
Me voy a la puta calle a comprar el pan y leer el periódico del domingo y a tomar unos cuantos solysombras.
Carmelo pasea por su barrio de toda la vida con la barra de pan aprisionada entre brazo y costillas desde primera hora del día. Un cigarrillo perenne en sus labios lo acompaña en los trayectos. El suplemento del periódico envuelve el pan, es una revista que le ha birlado a uno de sus colegas camareros.
Después de cuatro o cinco copazos de mezcla de anís y coñac y más de media cajetilla de cigarros decide pasarse a la cervecita, ya que se ha fijado en el cielo y se ha animado al comprobar que han pasado las horas cruciales. A tapear algo y a jugar una partida de mus a continuación.
A media tarde, conseguido el trofeo de las cartas o es decir unas consumiciones gratis en la barra de otro de sus bares favoritos, cambia a los gin-tonic. Ha charlado con los de siempre y de lo de siempre.
Llega la hora de la cena y se vislumbra que se va a quedar sin compañía. Pues nada, ponme otro cubata, este apúntalo que ya te lo pagaré.
Bien entrada la noche retorna a su piso, de alquiler. Recuerda que a lo largo del día se lo han comentado veinte veces, dónde vas con el pan en el sobaco, y cada vez más se aferraba.
Durmió a la espera del pitido del despertador con la barra de pan debajo del brazo, la que amaneció impregnada con unas gotitas de un salado y transparente líquido.