domingo, 22 de febrero de 2009

AROMAS DE VIDA

Eran las tres de la madrugada, en los momentos de los colosales decibelios, con luna y sin sueño, la de esos gélidos dueños. Al amparo de un gintónic, allí te vi. Las risas pululantes en rededor indicándome una tacha de armonía con una evidencia de ti: tú afligida. Yo lo captaba, yo te conocía, te recordaba, a veces hasta te soñaba. Un intento valiente (o eso pretendí) y el ánimo alzado por el pasado, con el corazón caliente, allí, a tu remembranza me dirigí.
Cuando mi mirada chocante en un gesto desinhibido intentó hermanarse con la tuya topó contra aquello: lo ya vivido.
Unos momentos de silencio, unos saludos entrañables, la soledad acobardada, ambos del pasado a nado y tú y yo, los dos, entre brazadas culpables. Unas risas cordiales, unos tragos felices, más risas cordiales y más tragos, al fin, para que actúe el poderoso etanol.
Tú y yo, los dos, de alterne encantados. Tú, mi nocturna protagonista y yo, el héroe reenganchado.
Y la noche, otra vez nuestra, al amor compinchado. Veo tus labios carnosos de colores entre el humo. Besarte. Te los quiero morder.
Una última copa antes del momento de la despedida para una ocasión propicia: "llévame a tu casa", dice ella.
Allí en mi modesto apartamento, la añoranza, la soledad una y otra vez, unos brotes de cariño, la maldita soledad, unos golpes certeros de sexo, una brizna de soledad, el recuerdo de la juventud perdida, la cama que grita nuestros nombres; y ahí, la pena se aparca. Noche de sexo, rato de amor confundido, olores del humano, efluvios de mujer excitada, mujer refugiada, y para ambos, ante este regalo sorpresa de nuevo aburridos. Antes, tu mano dirige la mía hacia tu pubis y clítoris, me pides que te lo pellizque.
El sueño inunda. Olores pasados dormitando en abrazo falso.
Tú y yo, embriagados de recuerdos. Y de nuevo: el tedio.
El sol, por la mañana bien temprano diáfana el mundo, algo atontado, en nuestras cabezas, algo apagado. El momento peregrino del sentimiento achantado. Escucho: "me visto que me voy". Frase agradable con las ascuas del astro quemando y los dos, de nuevo, es decir, tú y yo, soleando. No hay nada más que hablar.
Al rato entre paredes silenciosas como siempre oliendo melancolía, pena, ansía, aturdido, ojos fríos, puro sexo camuflado de amor inquisidor, y otra vez contra el mundo guerreando.
Todos los olores bien mezclados.
Son aromas de vida.

1 comentario:

MANUELO dijo...

UN "polvo" es un polvo...