jueves, 26 de marzo de 2009

LA DISTANCIA INDESEADA

De las blancuzcas nubes el cielo
de coloridos peces los mares
de solitarios planetas el Cosmos
y de ti estoy lleno yo.
Como una gruta de grisáceo hielo
como un amarillento desierto
como una perturbada isla
así estoy sin ti yo.
El incontenible deseo creciente
que arrastrado me lleva al sueño
de estar siempre contigo
aun dormido que despierto
siempre estás en mi mente.
¡Ay de mí! si no apareces pronto
por la lejanía del camino curvado
para poder a los ojos verte
y expresarte mi desamparo
cuando no te hallo a mi lado.
Si la distancia es el olvido, mi amada,
vuelve pronto por prioridad
a juntarte en el sofá,
a dominar mi lecho
a sembrar mis sueños
y, por fin, a ver mi verdad.
La marea de mi existencia
crece y crece
sin tu presencia.
Qué bonito sentimiento,
aquél que se comparte
en el que el querer se reparte
en dos personas
que aún en la lejanía
y el olvido como enemigo
-en constante batalla con él-
luchan y luchan
por defender ese sentimiento
que para la eternidad
les debería ser fiel.

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