lunes, 21 de septiembre de 2009

UN BESITO, A TRES, CAPRICHOSO

El joven matrimonio sin hijos y su amigo, soltero él, rondaban la treintena de años. Ellos eran conocidos de jovencillos y al poco tiempo de casarse la parejita la mujer y él también se hicieron buenos colegas.
Se fumaban algún canuto que otro, en sus salidas siempre en pleno tiempo de ocio, entre caña y caña y con conversaciones nada profundas en las que casi siempre salían mal parados todos los tíos en boca de la mujer a la quinta o sexta cervecita. Con los cubatas la discusión era segura.
Un día cuando el marido trasladó su cuerpo al cuarto de baño de un PUB, en una borrachera llevadera, ella le metió mano al paquete del amigo para enseguida reírse y echarse a bailar. A partir de ahí la tensión sexual reprimida entre ambos tenía las horas contadas. El amigo, por su parte, le palpó el paquete al marido, nada más volver del baño, mientras le contaba un chiste tocacojones, nunca mejor dicho, en una especie de redención por remordimientos siendo observados por la mujer, que agradeció el gesto.
Los tocamientos de ella al paquete del amigo sucedieron alguna que otra vez. Además en otra ocasión el marido le contó el mismo chiste tocacojones al amigo, como si no recordara que ese gesto ya había surgido con anterioridad, y le tanteó sus partes nobles.
Que el amigo se quedara a dormir en casa del matrimonio en la habitación de invitados había ocurrido en un par o tres de ocasiones.
Y llegó el dichoso beso.
Alrededor de las tres de la mañana el amigo nota como alguien trata de arroparlo y al sentir esa boca tan cerca de él y harto de reprimir las ansias de hacer el amor con ella en un estado semisoñoliento agarra la cabeza y acerca los labios a los suyos y le propina un beso con lengua, un muerdo. Sigue durmiendo con incertidumbre e ilusión y muy bien arropado, aunque con un gustillo raro en la boca.
A la mañana siguiente, en pleno desayuno de café y tostá, el amigo y el matrimonio cruzan miradas cómplices entre los tres, a fuego cruzado.
Ese beso fue el principio del fin de su relación.
Primero que el amigo pensó que ya tenía abiertas las puertas del amor con ella; y en un trío amoroso acaban perdiendo todos, casi siempre.
El marido pensó que podría fornicar, pero con él.
El beso había unido a los dos hombres a las tres de la madrugada.
La mujer rechazó al amigo cuando aquél le entró para acostarse con ella sin borrachera de por medio, y adujo que no sabía nada de beso alguno.
Y el marido le entró para repetir beso al amigo en plena borrachera, esa misma noche, y fue rechazado. Algo que no entendió del todo.
Sin cruzar palabra los tres decidieron que seguir juntos sería catastrófico y fueron alejándose en sus contactos cada vez más.
Hasta no volverse a ver.

viernes, 4 de septiembre de 2009

NADIE ADVIERTE SOBRE EL AMOR

Persiguió a su amor acorralándolo, pensando que tenía todo el derecho por el simple hecho de amar, asediándolo, creyendo que su amor le pertenecía, por el simple hecho de amar, agobiándolo con chantajes emocionales, a su amor, viviendo sus pensamientos sin conocerlos, recriminándolo, sin pudor, por no corresponderle en su medida, espiando su vida como si le perteneciera, por el simple hecho de amar, obligándolo, a su amor, a corresponder, valorando que se lo merecía, por el simple hecho de amar.
Nadie advirtió a esa persona que el amor no está obligado, no pertenece a nadie y que tiene vida propia, que al amor se le conquista con amor y no con razones ni estratagemas ni celos. Y ahora ya no lo reconoce.
Esa persona pudiere estar tan cerca de ti que te esté fagocitando.