lunes, 19 de abril de 2010

TU PRESENCIA

La tormenta se hace brisa
mi vacío se llena de aire
el camino se despeja
y el dolor en sonrisa.

La ansiedad se calma
mis pies son como plumas
la ropa es piel
y toda la forma alma.

Hoy te he soñado
qué inmensa alegría
por un gran momento
la noche me hizo alado.

¡Oh no!, de nuevo te vas mi deidad
ya vuelve otra vez la tempestad.
Y con mi cuerpo de ti manchado
siempre te desearé, en honor a la verdad.

lunes, 12 de abril de 2010

GRAN CONSEJO

No trates de ser el mejor: tu lucha no tendrá fin.
Trata de ser lo mejor que puedas: y sólo lucharás contra ti.

viernes, 2 de abril de 2010

EL PÚBLICO LEE Canal Sur 2, 7 marzo 2010: EL MUNDO ENTRE COSTURAS de María Dueñas

Hola, socia: María Dueñas y Manuelo en Granada 2012
Te relato mi aventura transcurrida entre mi residencia en Granada, y Sevilla, y de propina Córdoba, tal y como me pediste; en relación con la grabación del espacio cultural EL PÚBLICO LEE, al que asistí como lector invitado en la televisión pública, Canal Sur 2, de Andalucía en la capital hispalense.
Todo comenzó hará un año aproximadamente cuando solicité a través de un correo electrónico mi interés en participar en dicho programa. Y ahí quedó aparcada la cosa. Siempre ando buscando situaciones que me libren del tedio y me ocupen las tantas horas libres que acarreo al cabo del año. Aunque en este caso intuía que, aparte, resultaría interesantísimo. Ya lo comprobarás.
Recibí contestación por parte de las redactoras, unas muchachas sevillanas muy amables, de PROMICOIMAGEN, (la productora televisiva), unos veinte días antes de la grabación, la que iba a efectuarse el lunes 25 de febrero, para emitirse en diferido el día 7 de marzo, todo en 2010 como sabes. Sonó mi móvil sobre las doce de la mañana justo cuando realizaba mi trabajo de mantenimiento sobre la cabeza de una señal ferroviaria absoluta en la estación de Deifontes junto a mis compañeros de brigada en el servicio de I. E. S. Me recordaron las palabras con las que me presenté por escrito, con mis aficiones a escribir en mi blog: ME QUITAS LA VIDA y locutor de radio: EL ALTERNE, por estas fechas en Onda Maracena Radio, y que les había agradado y que les gustaba para que interviniera y acompañara a María dueñas, autora de la novela: El tiempo entre costuras. Una escritora bisoña en el ámbito literario, catedrática, y con ése, su primer libro, de un éxito enorme.
Nos pusimos de acuerdo la productora y yo mismo enseguida debido a un gran interés mutuo, que pasó porque me pagaran una noche de hotel en el centro de la capital andaluza. Poco me costó conseguirlo.
Una vez concertado el viaje, los gastos probables y las fechas y horarios oportunos sólo me restaba esperar el envío del libro por correo certificado personal y ponerme a leer con el mayor interés. Te diré que por esos días no leía novelas, me limitaba a lecturas tecnológicas de mi profesión y a todo tipo de revistas y periódicos que caían en mis manos, de modo que una narración de casi setecientas páginas me puso bastante nervioso. Al recibir el paquete por mensajería y ver la portada, solapa y contraportada de El tiempo entre costuras la emoción me embargó. Iba a ser partícipe de una colaboración literaria de alta categoría, algo sublime. Y ello motivó mi espíritu lector de tal manera que me puse manos a la labor con gran disciplina (la que me salté en varias ocasiones), tres horas diarias, confeccionando resúmenes de capítulos recién leídos y subrayando todos aquellos detalles interesantes para el máximo escudriñamiento del libro y poseer todas las claves, desde mi punto de vista claro, que me dieran la confianza necesaria para debatir o simplemente exponer cuestiones a la autora: doña María Dueñas, con la que contacté enseguida a través de Internet y por medio de su blog, creado en especial para su primera novela publicada, y mantuvimos tres o cuatro correos electrónicos correspondidos muy cordiales e informativos entre ella y yo, que me supuso una gran alegría, antes de la grabación allí en Sevilla.
Pocos días antes del desplazamiento me pillé el dedo pulgar derecho (el cabronazo dedo gordo de la mano derecha) con el quicio de la puerta y se me puso más negro que la boca de un lobo. Acabaría perdiendo la uña.
El domingo 24 de febrero, una vez que compré dos docenas de piononos (pasteles) viajé de Granada a Sevilla en tren. Llegué a las dos de la tarde y me presenté en el hotel de inmediato. Me recompuse el cuerpo, me tomé la medicación para el dolor de uña, horroroso por cierto, y salí muy emocionado directo al barrio de Santa Cruz y La Giralda. Mi idea era “apretarme” unas tapas de bares que aunque no son gratis como en Granada sí que tienen una categoría de cocina de élite. Así lo hice. El tiempo me acompañó, con un cielo claro y despejado. Tuve suerte pues las lluvias arreciaron toda esa zona durante semanas. Mi paseo por Sevilla es fácil de imaginar, piensa que al día siguiente tendría que grabar el programa en la televisión, y tenía eso metido en la cabeza todo el tiempo. No obstante, disfruté de la ciudad, y de sus habitantes y turistas con los que mantuve algún contacto y conversación, unas cuatro o cinco horas (hasta que el dolor del dedo me acució y necesitaba las pastillas que dejé en el hotel) y de unas seis o siete tapas. Me fui a descansar para poder tener buen aspecto al día siguiente. Ya tendría tiempo de ver monumentos. Esos días disfrutaba de mis vacaciones y podría cambiar de planes en cuanto quisiera.
Desperté a las nueve de la mañana y me preparé para ir en taxi al plató, situado en un pabellón de la anterior EXPO´92. Sospecho porqué fui al excusado con tanta facilidad, y, para colmo, no resistí la tentación de ingerir un par de cafés con leche. Me dijo el taxista: parece usted nervioso, amigo. Sí señor, lo estoy. Vamos para la tele.
Entré, al fin, en el edificio de Canal Sur y me identifiqué. Rápidamente comencé a conocer a personas que iban a realizar la grabación. A las redactoras tan simpáticas les regalé los pastelitos piononos que presentaron en un par de bandejas para todo el que quisiera probarlos, tuvieron un éxito enorme. Entré con buen pie, ya que no con buena mano. El dedo se me declaró en rebeldía, parecía como si tuviera otro corazoncito en su interior. Pimpum, pimpum...
Pronto llegaron mis compañeras lectoras invitadas: Maria Ángeles de Cádiz y Ümit de Sevilla. Vinieron acompañadas de su marido y un par de amigas respectivamente. Luego se personó el presentador, Jesús Vigorra, conocido por les telespectadores andaluces como: “el calvo de las gafas”, un tipo cordial y muy experimentado en los massmedia. Después apareció María Dueñas, y todos ellos lo primero que hicieron fue comerse un pionono. Olé.
Las descripciones de todos me las ahorro pues ya los verás por la pequeña pantalla cuando recibas el DVD que te he grabado de esa sesión.
Mientras preparaban el plató nos metieron a todos los visitantes, participantes en la grabación o no, en una pequeña habitación improvisada con paneles desmontables junto al director del programa y las redactoras para preparar la grabación. No nos aleccionaron demasiado y dejarían a nuestra improvisación el acontecer de las cuestiones planteadas. Me tocó a mí la entrada por decisión general. En fin, me motivaba incluso. Tanto María Ángeles como Ümit se alegraron de dicha decisión.
Todos a maquillaje. Nos prepararon la cara, y alguien, creo que el presentador, dijo que yo estaba muy lustroso de por mí, no sé si me sentó bien o mal. Pero vino bien toda la naturalidad con la que nos obsequiaron.
“Diez minutos para la grabación”. Fui al urinario rápidamente y al salir allí estaba la autora que había deslumbrado, a mí el primero, con su primer libro al sector editorial y a todo tipo de lectores. Ya la conocía a través de los E-mails mantenidos. Nos besamos en la mejilla con gran complicidad y le comenté que yo era el elegido para la primera pregunta y que se lo iba a revelar e hice el gesto para acercarme a su oído, con el consabido susto que se llevó el director que nos contemplaba; pues a los escritores los mantienen en la total ignorancia de preguntas para que el asunto salga muy improvisado. Por supuesto que yo lo sabía y sólo pretendí romper hielo con una bromita. Conseguido. Nos situaron a cada uno en su sitio, efectuaron veinte pruebas de sonido luces y tomas de cámara, casi todas conmigo pues me tocó en el centro de la mesa de los invitados.
El señor Vigorra comenzó la grabación con su intervención y una especie de cara a cara (entre amigos) con María Dueñas. Eso duró diez minutos. Después el presentador trajo a la autora hasta nuestra posición, la mesa del debate, que por cierto estrenábamos ese día, y propuso que quién hace la primera pregunta. Intervine sin lapsus de silencio y sin saludar ni presentarme para dar agilidad, tal y como me habían indicado y solicitado y entré en pantalla:
"Cuando recibí el envío con tu libro la primera sensación al ver la portada y demás fue que era una novela romántica en la que iba a conocer los amoríos de una modista, pero enseguida al leer la primera frase de la novela: “Una máquina de escribir reventó mi destino” y ojear todo el libro comprobé que era una narración de la Guerra Civil y de espías por encima de todo con un ritmo muy ágil y una lectura cómoda y amena. Y me alegré. ¿Cómo elegiste ese primer párrafo de tu libro, en qué momento fue, te costó mucho esfuerzo? (Yo sabía cuánto cuesta decidirse).
Con esta entrada quedó situado de qué iba ese libro. A partir de ahí la grabación transcurrió con gran dinamismo, entre dudas planteadas, anécdotas contadas, alguna pincelada de humor, donde la novela se dio a conocer con plenitud y todos muy satisfechos por la labor realizada. Mis compañeras cuestionaron la personalidad de la protagonista ante la autora. Ya se sabe que caerse bien entre varias mujeres sin ser amigas es complicado. Es difícil de narrar el proceso, y además es una tarea que se explica por sí sola al visionar el programa estampado de su emisión en directo. Detalle que tuvo conmigo el día 7 de marzo mi colega Eduardo proporcionándome el DVD, que difiere muy poco, casi nada, del grabado el 25 de febrero.
Este DVD habrá que colgarlo en la Red.
Fin de la grabación. Se había echado encima la hora de comer y las despedidas apremiaron. Nos dimos besos y felicitaciones entre todos y para todos, deseándonos suerte. Yo besé a María Dueñas con gran entusiasmo pues debido a su libro arranqué a leer otras novelas que tenía por casa olvidadas, y se lo comenté.
Conseguí un autógrafo de Jesús Vigorra y una dedicatoria de ella:
“Para Manolo, granadino, lector y entrañable, en recuerdo de una tertulia que no olvidaremos con todo mi cariño, María Dueñas”Salimos del edificio mis dos compañeras sus acompañantes y yo. Buscamos una cafetería y nos acomodamos en un par de mesas para comer y beber. Repasamos el programa ya con un poco más de desparpajo y desfachatez, todos hubiéramos actuado de otro modo en algún momento. Nos despedimos bastante raudos por motivos varios, el mío era coger un tren a Granada e ir al hospital que me corresponde para que me echaran un vistazo al dedo ya que las gasas se habían manchado y yo notaba un hinchazón de categoría. Nos conminamos los seis para tener contacto mediante correo electrónico. Supuso algo de euforia que podría apagarse. Me despedí primero de Ümit y sus amigas y minutos después de María Ángeles y su marido ya que me dejaron en la cercanía de la estación de tren de Santa Justa.
Adiós, adiós y felicidades por el magnífico recuerdo/evento.
Ahora viene lo bueno, amiga. Perdí el último tren a Granada por dar otro paseo por Sevilla, en las inmediaciones del Corte Inglés y el estadio Sánchez Pizjuán. El taquillero me vendió un billete para Córdoba y de allí podría continuar hasta Granada en un tren procedente de Madrid. También lo perdí por confiarme y lo observé partir a 50 metros de mí. No veas como le sienta a un ferroviario perder dos trenes, uno seguido de otro. Joder.
Ya no me quedó más remedio: pasar de todo y del dedo también, e irme a tomar unas cervezas bien frías de la marca Mahou, mi favorita, que hallé providencialmente. Me sentaron como un besito de buenas noches de alguna reciente conquista femenina.
Fui a descambiar el billete que acababa de perder, por fortuna no pusieron problemas en Atención al Cliente (podrían haberlos puesto) y me reembolsaron. Ahora tendría que decidir si volver a Granada en autobús o pasar la noche en Sevilla. En esa tesitura me situaba cuando anunciaron un tren cercanías Sevilla-Córdoba. Mire usted por dónde, me marcho a Córdoba, gratis, y paso la noche allí ya que la última vez que hice eso tenía 19 años, o sea hace casi treinta. A Córdoba, qué pollas.
Llegué a la ciudad de la Mezquita sobre las diez de la noche. No estuve fino al no contar con el clima, y en Córdoba llovía de forma continua y hacía frío. El dedo seguía supurando y cada vez con más dolor. Venga, otro cambio de planes. Buscaré un hospital por aquí para que me alivien, seguiré tomando cervezas según vaya requiriendo y luego a sondear un hotelito para descansar y mañana será otro día. Y de hijosdeputa está el mundo lleno.
Lo que hice desde esa hora hasta que llegué al hospital fue una rutina de pasear, esquivar la lluvia, charlar con alguna que otra persona en la barra de algún bar, y meditar sobre lo que haría al día siguiente. Estuve un buen rato en una pequeña discoteca sentado y viendo bailar a algunas chicas, hasta que se quedó vacía. Al cabo, agarré un taxi hacia algún hospital
En Urgencias me hicieron esperar un buen rato hasta que me llamaron a tratamiento. Me cambiaron el vendaje, me limpiaron todo el contorno de la uña y, lo mejor, me pincharon algún antinflamatorio y antidoloroso, y me remitieron a mi centro de Salud para el día siguiente, a través del médico de cabecera, y que allí me prepararan curas para cada dos días. Qué pedazo de alivio sentí. Fue tal que me quedé dormido tumbado en la sala de espera y nadie me molestó hasta casi las seis de la mañana. Desperté e inmediatamente tomé café. Decidí que con el dedo hecho polvo no era buena idea estar dando vueltas por ahí, de modo que debía volver a mi casa granadina cuanto antes. El próximo tren directo de Córdoba no saldría hasta pasadas varias horas. Sí existían trenes cercanías para Sevilla desde ese momento. Pues nada, cojo uno y desde allí ya sí que tengo varias alternativas de trenes para Granada. Me marché de Córdoba con la promesa de volver en otro momento con más tranquilidad y “diurnidad”.
En Sevilla, enseguida subí a un tren para mi casa y también pasé casi todo el trayecto dormido.
El martes 26 de febrero de 2010, llegué a mi residencia granadina con gran orgullo cada vez que recordaba EL PÚBLICO LEE y con gran amargura por mi estado físico. Dejé rápidamente el bolso viajero en mi casa y me personé en Urgencias del hospital Ruiz de Alda ya que el dedo estaba más hinchado cada vez, ahora hasta el muñón, y con gran dolor.
Algo más de una hora después me intervinieron la uña, arrancada con anestesia, que arrastró con ella buena parte de la piel. Me dijeron, tiene usted tres meses por delante hasta que salga una uña nueva. Pues vale. Salí del hospital sobre las dos de la tarde, la hora justa para hincharme por el centro de la ciudad de cerveza y tapas. Y que me quiten lo bailao. Seguiría estando de vacaciones durante dos semanas.
En los días venideros intercambié algún correo con mis compañeras de tertulia y con la autora. Ha sido una toda experiencia maravillosa.
El día de la emisión, cuando me visioné, no me creía que era yo.
Con respecto al libro, querida, no te lo puedo dejar para que lo leas, está completamente subrayado y con algún apunte de mi puño y letra. Supone un gran agobio leerlo. En cambio te envío el mío; ya descatalogado, pero lo imprimiré especialmente para ti: HUIDA EN ZÀHGALO de Manuel M. Huertas. ¿Comprendes ahora por qué me ha implicado tanto este viaje?
UN ABRAZO Y UN BESILLO DE PASO.