jueves, 21 de octubre de 2010

10 IDEAS PARA MANTENER VIVA LA PAREJA

1º) Intercambia los papeles. La asignación de estereotipos produce rutina. Da mucha vida a la pareja cambiar ese hábito.
2º) Discute los problemas hacia el futuro. Hablamos del pasado para que el otro recapacite, pero los humanos tendemos a defendernos y no solemos pedir perdón. Es mejor buscar acuerdos futuros sin dar por hecho que el otro va a repetir su conducta habitual.
3º) Vuelve a seducir a tu pareja. El erotismo siempre parte de cero. Damos por hecho que por tener una relación podemos saltarnos los pasos previos, pero la bioquímica del sexo no acepta elipsis.
4º) Pregunta como si no supieras nada del otro. Escúchale bien en lugar de interpretarle. Eso ayuda a que se sienta legitimado en sus necesidades e intereses.
5º) Usa mensajes yo. Cambia las expresiones “tú” (“no me haces caso”, “siempre quieres tener razón”) por expresiones “yo” (me siento triste).
6º) Poneos retos como pareja. Explorad juntos algún nuevo campo: deporte, juguetes eróticos, viajes… Algo diferente y agradable.
7º) Especifica cuando hables del otro. Con el tiempo, los miembros de una pareja tienden a generalizar sobre el otro. Cambiad ese hábito y ser más específicos, porque los conflictos nunca son globales y los intereses van cambiando. No utilices “alguien” cuando en realidad es “tú”.
8º) Hablad de fantasías eróticas. Las parejas no pueden hacerlo porque piensan que el otro creerá que uno está deseando llevarlas a cabo. No es así: las fantasías sexuales son excitantes por el hecho de imaginarlas. Compartirlas es una forma de imaginarlas juntos. ¿Un poco de bondage para calentar la alcoba?
9º) No al dogmatismo. Habla con flexibilidad sobre necesidades, intereses y sentimientos, y no sobre cómo tienen que ser las cosas.
10º) Expresa la ira. Es positivo para la relación poder encauzar la agresividad evitando los extremos –reprimir o explotar-. Da al otro oportunidad para desahogarse antes de que se sienta herido.
Las razones para seguir unidos son el cariño (30%), la buena comunicación (21%), las cosas compartidas (18%) y el sexo satisfactorio (15%)

viernes, 8 de octubre de 2010

HAY QUE EVITAR LAS DISCUSIONES, CHICA

Tú tienes la llave para evitar las disputas con tu pareja, muchacha. Los tíos somos bastante más estúpidos como para saber salir de alguna discusión sin provocar otra, incluso sin saber siquiera que vivimos inmersos en alguna.
Sí claro, solucionar conflictos sin gritar, acusar, exigir o dramatizar es muy posible. Para lograrlo, cultiva la actitud asertiva (que es lo mismo que actitud afirmativa) en tu pareja y vivirás más feliz, relajada y de “”buen rollito”.
Si cada discusión acaba con un: “¡vete a la mierda!” y acompañado por algún gesto despectivo deberás meditar si de verdad quieres seguir con esa pareja, la tuya, y no sería mejor acabar la discusión de una vez por todas; o sea, dejar la relación. Pensemos que esa no es la meta. A discutir se aprende, cuando hay interés, y las claves son escuchar y buscar soluciones. Y tan importante es perdonar como olvidar los errores de él y admitir los tuyos.
ASERTIVIDAD: AFIRMAR, es la capacidad de decir lo que pensamos y sentimos. Es decir, de afirmarnos con serenidad, sin sobresaltos emocionales y, cómo no, sin pretender agredir al otro (Xavier Guix, psicólogo)
EL QUID PARA ZANJAR UNA DISCUSIÓN:
1º) No disimules si algo te sienta mal y lo callas. Explotarás. Díselo cuanto antes.
2º) Lanzar “puyitas” en público puede acabar con algún conflicto. Es una fórmula arriesgada, ya que humilla.
3º) Un chantaje emocional a tiempo sirve. Las lágrimas son una buena medida, pero sin abusar ya que después de ellas no se habla casi nunca.
4º) Antes de explotar en alguna ocasión cuenta diez o veinte. Es conveniente para una buena exposición.
5º) Para evitar que se largue en plena discusión tu actitud y tu lenguaje corporal deben favorecer la no irritación de ambos. Procura no provocar.
6º) No trates de llevar siempre la razón, te sentirás “deputa madre” y liberada y le demostrarás que quieres arreglar las cosas, no vale la única meta de sólo ganar.
7º) Apúntate en una lista lo que pretendes comunicarle que te fastidia. Será un buen análisis en frío para exponer en caliente.
8º) Utiliza la asertividad continuamente, habla en primera persona cada vez que puedas.
9º) Dale mucha presencia al sentido del humor: la vida es bella. Es muy relajante y denota inteligencia.
10º) Delimitad el territorio. Que cada uno apechugue solamente con lo suyo y no con cargas familiares o laborales que el otro aporta. Ahora bien, el desahogo sin discutir, siempre estará permitido con personas ajenas.
11º) Si la discusión no se puede zanjar en ese momento es mejor una retirada no violenta para continuar después. Vete a correr, o a ver algún escaparate, si acaso.
12º) El “perdono pero no olvido” debe desaparecer del todo, de lo contrario la relación acabará muy deteriorada con el tiempo.
El roce hace el cariño, sí… y también hace heridas. Una pareja no tiene un entendimiento perfecto por muy asentada que esté. De hecho, hay un alto riesgo de tomar un camino peligroso. “El camino que consiste en demostrar al otro que se equivoca y que nosotros tenemos razón. Si la pareja prosigue por esa vía, se adentrará cada vez más en las junglas de las luchas de poder” (Jean-Francois Vézina, psicólogo).
Es un clásico, muy extendido, creer que nuestro/a compañero/a debería adivinar lo que deseamos sin necesidad de decírselo o que podemos cambiarle/a y lograr que haga las cosas a nuestra manera. No se puede convertir al contrario en adivino y tampoco moldearle a tu antojo. Es una actitud de la que sólo se obtiene frustración, rabia y todo tipo reproches.
La asertividad no abunda en nuestra cultura. Aquí se exponen algunos derechos asertivos como ejemplo: Usted tiene (yo tengo) derecho, algunas veces, a ser el primero; Vd. tiene (yo tengo) derecho a cometer errores; a tener propias ideas y opiniones; a cambiar de idea, opinión o actuación; a expresar una crítica y a protestar por un trato injusto; a pedir una aclaración; a intentar cambiar lo que no le satisface; a pedir ayuda o apoyo emocional; a sentir y expresar el dolor; a ignorar los consejos de los demás; a recibir el reconocimiento por un trabajo bien hecho; a negarse a una petición, a decir “no”; a estar solo, aún cuando los demás deseen su compañía; a no justificarse ante los demás; a no responsabilizarse de los problemas de los demás; a no anticiparse a los deseos y necesidades de los demás y a no tener que intuirlos; a no estar pendiente de la voluntad de los demás o de la ausencia de mala idea en las acciones de los demás; a responder, o a no hacerlo; a ser tratado con dignidad; a tener sus propias necesidades y que sean tan importantes como las de los demás; a experimentar y expresar sus propios sentimientos, así como a ser su único juez; a detenerse y pensar antes de actuar; a pedir lo que quiere; a hacer menos de lo que es capaz de hacer; a qué hacer con su cuerpo, tiempo y prosperidad; a rechazar peticiones sin sentirse culpable o egoísta; a hablar sobre el problema con la persona involucrada y aclararlo en esos casos en que los derechos de cada uno no están del todo claros; Vd. tiene (yo tengo) derecho a hacer cualquier cosa, mientras no vulnere los derechos de otra persona.
Acostumbramos a justificar los arrebatos con el “¡vaya carácter!” y a creer que las personas no cambian. Y así nos va cuando comunicamos nuestro descontento a base de indirectas, sarcasmo, chantaje emocional, reproches o arrebatos. ¿Sí o no? A discutir se aprende. “Las discusiones en pareja son necesarias ante los desacuerdos. La pega es no saber discutir, no escucharse, no centrarse en las soluciones, sino en buscar culpables y defender nuestra postura, a veces de forma agresiva, porque lo que importa es ganar al otro” (Teresa Vaquero, psicóloga)
El orgullo es el peor compañero posible, pero ceder o callar para ahuyentar el conflicto tampoco funciona ya que el orgulloso casi nunca reconoce su “pecado”. De hecho resulta muy irritante y, a la larga, conduce al resentimiento y a sacar del armario muchos reproches apolillados y a fomentar que tu pareja cada vez te guste menos.
No hay forma de evitarlo: si existe un problema, tenemos que resolverlo hablando; de forma inteligente, claro. Utiliza la empatía (lo que le pasa a la otra persona te podría pasar a ti) que te ayuda a ponerte en el lugar del otro y tender puentes. Es una actitud que favorece el diálogo y permite cambiar actitudes y reconocer errores sin que ninguno de los dos se sienta presionado o demasiado exigido.
Cuesta, pero discutir bien, y sano, refuerza la relación.
Por cierto, si no te sale la simpatía hacia tu pareja y miras con buenos ojos a cualquiera, y la relación no ha conseguido vínculos económicos, fraternales, afectivos… pues márchate en paz, que una temporadita en soledad no le viene mal a nadie. Es la mejor forma para evitar las discusiones. SUERTE.
(Paloma Corredor)