jueves, 17 de febrero de 2011

SI NO TE DESCARGO NO PODRE DISFRUTARTE

La Ley Sinde (por la ministra de Cultura, ya saben) no pretende meterse con el P2P, que no tengo la menor idea de lo qué es, aunque lo sospecho. Es algo algo así como que el regalo/envío de archivos de audio-media entre usuarios no será sancionado. Faltaría más. Recuerdo con gran entusiasmo y nostalgia cuando en mi pandilla de juventud nos pasábamos las cintas originales de música en casette y las copiábamos para el disfrute personal. Porque no todos podíamos poseer toda la música que deseábamos en versión original. Pertenecíamos a familias humildes y resultaría imposible. ¿Se imaginan que nos hubieran considerado delincuentes por copiar la música y que los creadores se hubieran enojado? No podría ser de ese modo porque era época de vacas gordas para las compañías musicales. El hecho de que alguna copia te gustara demasiado nos llevaba hacia el ahorro para conseguir el original. De no ser por dicha copia nunca nos plantearíamos comprar el original.
Vamos que algunas copias realizaron su labor de relaciones públicas.
En estas fechas el debate se ha abierto debido a que la industria musical y cinematográfica ha entrado en vacas flacas, según ellos, debido a Internet. Los creadores no ganan dinero por culpa de los internautas, término que, hoy día, nos engloba a todos. O sea, gente que empieza en la música o el cine no gana dinero debido a las descargas ilegales, según ley.
No olvidemos que debido a Internet se han dado a conocer muchísimos creadores literarios, cineastas y músicos.
Gracias a Internet la gente poco pudiente puede disfrutar de la música, el cine y la cultura en general. Pero, ¿quién les proporciona gratuitamente (es decir, subvencionados como toda la farándula) esos archivos digitales? Pues claro, algunas personas que saben como desarrollar el tema. Pues, de otro modo, no podrían acceder. Si aquellas personas, las que proporcionan los archivos gratuitos de Intenet, son unos golfos que pretenden aprovecharse de la coyuntura de la Red, pues a darles con lo gordo y lo duro, si fuera menester. Pero, sólo en ese caso.
Si los artistas que están en la cumbre del éxito se cabrean porque los pobres los disfruten gratis, pues que se jodan. Que se acostumbren a tener un coche menos, o un yate más pequeño. A ellos, bien que les gustan las subvenciones para sus futuros proyectos. Y, si no las necesitan, ¿por qué coño se enfadan?, dejad, criaturas, que os disfruten gratis. Ya que habrá gente que jamás gastarán su dinero en vuestras creaciones y no os cuesta ni un euro de vuestro bolsillo, y podréis sentir que hay un número ingente de admiradores. ¿Acaso, no es lo que pretendíais al comenzar vuestra carrera?
Hablando del cine, maravilloso arte que nos traslada a otros mundos y a otras vidas y ayuda a esquivar las soledades. Son los que más desean que sus películas sean restringidas en Internet a no ser que se pague, siempre, por visionarlas. Sólo añadiré algún matiz personal. Es un gremio corporativo al máximo donde para acceder a él sólo existe la vía endogámica. Perdón, qué digo, existía, eso Internet lo está solucionando.
Van dos anécdotas. Trabajé unos meses en el mantenimiento de la productora Videomedia, en la Ciudad de la Imagen en Pozuelo de Alarcón, allá en Madrid, y un buen día al mover un mueblo cayó un cajón al suelo con un montonazo de carpetas con proyectos y guiones, todos de autores desconocidos y fuera del ámbito de la profesión. Yo estaba escribiendo mi segunda novela y pensaba guionizarla algún día. Me entristecí tal hasta el punto de abandonar mi plan. Alguien de allí me dijo que ni siquiera leían los proyectos que no venían con llamada telefónica de por medio. Con el tiempo recuperé aquel proyecto. Y siguen sin contestarme. Pero, ¡já!, ahora lo tengo colgado en la Red y al alcance de cualquiera. Mi ilusión ha renacido. Ahora bien, estoy de acuerdo, si algún cabrón me lo plagia y se enriquece a mi costa adquirirá un enemigo para toda la vida. Pero que la gente me lea gratis, lo que haga falta. En otra ocasión, fui invitado a la inauguración de un club de música Jazz, llamado Calle 13, en el paseo de la Habana de Madrid, y alguno de sus accionistas era cineasta. Se llenó de actores españoles. No se movieron, excepto para ir a al lavabo, de las mesas frente al escenario, por no restregarse con el vulgo, los mismos que quieren que vayamos a ver sus películas. A la mayoría nos cayeron fatal.
Por otra parte, que se ruede una película y se consiga llevarla a las salas no es óbice para que todo el mundo quiera verla, aunque sea gratis.
Hay películas que te evaden de la realidad y otras la ponen muy de relieve. Esta última opción es la que domina el cine español. Sí, claro, es que aburren cantidad de veces.
Y muchísima gente no se “baja” películas españolas ni de balde.
Por cierto, los que vamos asiduamente al cine o al videoclub no queremos cambiarlo por nada y menos por pelis de baja calidad de Internet. Me explico, no porque haya represión se va a conseguir que alguna gente se persone en el cine, cuando casi nunca lo ha hecho, lo hace o lo hará. Y, porque haya opción de películas gratuitas los que asistimos al ritual de visionar una película en condiciones, salas de cine o sala de estar, no vamos a abandonar esa posibilidad por muy gratis que sea el asunto.
Proporcionarnos buenas películas, cine español, y desarmaréis, así, con más poderío a vuestros enemigos. Si es que existen.
SUERTE.

1 comentario:

MANUELO dijo...

Yo soy paridario de que haya leyes para la libertad, no para la represión. Y al tal Ramoncín que le den mucho porculo.