miércoles, 22 de junio de 2011

UN PASO DE CEBRA

El hombre, robusto y con pinta de boxeador ajado, proclamaba en voz alta y a la concurrencia, entre los cuales me incluía, lo harto que acabó días antes de esperar en un paso de peatones, de aquellos que dependen exclusivamente de la amabilidad de los conductores sin prisas, o es decir de casi ninguno, para que los ciudadanos de a pie puedan cruzar la calle sin el menor peligro de arrollamiento, pues bien, al parecer esta persona llevaba esperando tan digna acción por parte de algún vehículo más de veinte minutos junto a su señora. El tipo nos dice: “pues cuando me cansé de esperar a que algún hijodeputa nos dejara cruzar cogí a mi mujer del brazo y la empujé para delante a ver si alguno tenía los santos cojones de pillarla, que se iba a enterar.” Y se quedó tan fresco. Sólo se inmutó cuando yo le increpé para manifestarle que se le había puesto cara de cebra, al contarlo. Paso de cebra... ya me entienden ustedes.
Me amenazó con contárselo a nuestro jefe.
Ya nos odiábamos de antes, pero por si acaso, por eso intervine para dejar claro que nuestro odio seguiría adelante.

1 comentario:

MANUELO dijo...

Soy soltero profesional y odio a los acomodados que humillan a sus allegados.