miércoles, 26 de octubre de 2011

ETA entrega la cuchara (20N-2011)

O eso es lo que han declarado. Un alto el fuego definitivo que secunda a uno permanente. Los terroristas vivían de la violencia (su cuchara), ¿y ahora de qué van a comer? No nos importa ni nos preocupa lo más mínimo. Que ingresen (o en la cárcel que los alimentarán tres veces al día) en el club del personal que vive en crisis permanente, si no es que algunos van a pasar al estado de definitivo.
ES UNA ENORME ALEGRÍA.
En este país, España, al que ellos pertenecen, prácticamente todos hemos tenido contacto con el mundo ETARRA de alguna u otra forma, en todos sus niveles. Yo voy a contar resumido mi caso. Aunque debo añadir, y quizá algún día escriba algo sobre eso, que me libré por los pelos del atentado del 11M en Madrid. Era asiduo viajero de a diario del tren que explotó en El Pozo. Parece ser que ETA no tuvo nada que ver en dicho asunto, pero me vale para el sentimiento de miedo que otros puedan experimentar.
En el año 1998, en plena tregua guerrera de ETA (bajo el gobierno del PP), cuando el “eufemista” Aznar los bautizo como “Banda Independentista” (valiente cretino) pensando que iba a terminar la negociación del conflicto con un enorme éxito él solito, el que suscribe tuvo la oportunidad de ir a trabajar a la estación de Bilbao Abando durante los meses de Otoño. Me decidí enseguida porque nunca había estado en esa ciudad, ni de turista ni de paso, y reconozco que el hecho de que existiera la tregua me animó a decidirme sin pensarlo.
¿De no haber tregua hubiera ido?: sí, aunque me tuviera que autoanimar.
Digamos que nos juntamos tres solteros madrileños en un piso de alquiler para habitar las diez o doce semanas que pensábamos trabajar allí, normalmente de noche. Tuvimos bastante éxito en nuestras relaciones sociales debido al interés que pusimos en conocer gente de la zona, labor muy facilitada por la gran familia ferroviaria nacional a la que pertenezco. Vamos, resulta que me encontré con gente ya anteriormente conocida a fondo en Madrid.
Acelero la narración para aportar el dato: algunos viernes por la noche cogíamos el “follón” los tres. Eran los días que no viajábamos a la capital. Por supuesto que ya visité el Gugenheim, qué pensaban ustedes.
Transcurridas seis o siete semanas, con tres viernes de juerga bastante alcohólica y algún detalle nocturno más, nos hallábamos, alrededor de las dos de la mañana, en una discoteca del centro de Bilbao.
El caso es que se me acercó un menda, lugareño sin lugar a dudas, y me preguntó qué hacía allí. No voy a transmitir la conversación, pues mis recuerdos no la contemplan, pero sí diré que de mis respuestas aumentó el cabreo del individuo de tal forma que no se creyó, si acaso en algún momento pensaba hacerlo, nada de lo que le respondí. Sólo me limité a transmitirle mi poco interés por los problemas, a esas horas sobre todo, que era un trabajador del ferrocarril de paso y que tenía novia en Madrid por lo que no me interesaban demasiado las muchachas vascas (mentira y gorda).
El tío se reveló ante mi exposición y espetó:
“ERES UN PUTO CHIVATO ESPAÑOL DE MIERDA”
La madre que lo parió, me estoy volviendo a asustar de escribirlo.
Me sacó del apuro mi conocido de Madrid, y yo me lo tomé como una bronca nocturna promovida por el alcohol y la cocaína. Algo así como si me hubiera pasado con su novia y lo hubiera reconocido.
Valga esta anécdota para empatizarse con lo que algunos habitantes de aquella zona hayan podido aguantar en su día a día.
Si yo, apolítico total en aquella ocasión, y estando de paso, simplemente como trabajador, me tuve que comer aquél marrón sin “comerlo ni beberlo”, debo sentir un gran alivio por todos ellos.
ENHORABUENA y SUERTE.

jueves, 20 de octubre de 2011

"k"ATARSIS SOCIOLÓGICA en clave de AQUÉL PRIMER ARTISTA

Aquel hombre primitivo, ese ser ancestral nuestro, de la Humanidad digo, que al ser perseguido por un gran oso, o algo parecido, se intentó refugiar en una cueva, aparecida en plena escapada y siguiendo su instinto fue autotraicionado, debido a que la persistencia del animal lo acabaría hallando. La sangre atraía al depredador hacia su víctima.
Dentro de la cueva sucedió algo que sería premonitorio en el futuro arte rupestre para acabar llenando las paredes de siluetas, casi todas rojas.
¿Cómo surgió la religión, o las creencias?: por todas las dudas que el ser humano se iba planteando al ver las “maravillas” de su alrededor y para desatascarse en su desasosiego creó los dioses invisibles. Después vinieron los hechiceros que aprovecharon esas creencias para mejorar su estatus. Y más adelante para que unos pueblos triunfaran sobre otros se lió la “mundial” con los dioses solitarios y las religiones monoteístas aparecidas pletóricas de “politiqueo”, entonces los enfrentamientos fueron protagonistas absolutos entre los “hombres”.
(No me digan que el resumen no es bueno).
Pero antes de todo eso ocurrió el hecho que pretendo precisar con la ayuda del lector; el cual tomare este escrito como un mero divertimento, aconsejo. Fue EL ARTE, acompañante desde el primer momento de la singladura vital de la raza humana. Antes incluso que la religión.
Bien. ¿Cómo surgió el arte? Y lo hizo sin ser meta, sino camino.
En la Era Moderna las pinturas prehistóricas se han calificado como arte rupestre; aunque podemos dar por hecho que eran símbolos en busca de supersticiones, calmadas a posteriori con las creencias religiosas.
Aquel hombre primitivo plasmó en las paredes de esa cueva, a tientas, sus manos ensangrentadas. Dejó en los lisos muros bien configuradas las palmas de sus manos con los dedos estirados. Y murió, al cabo, en las garras de su enemigo. Y allí se pudrió durante años, abandonado por su clan nómada. Pues le habían perdido la pista bastantes días antes y no podían esperarlo ni un minuto más.
Cuando en uno de aquellos años venideros sus compañeros de tribu volvieron en la época de caza y recolecta por los mismos parajes encontraron sus huesos. Y, cómo no, vieron las manchas rojas de sus manos fosilizadas en las paredes de la cueva. Supieron que era de los suyos por su lanza y las reconocibles marcas que ostentaba. Así que lo pudieron enterrar. Enseguida relacionaron las marcas ensangrentadas como una señal de reconocimiento de tribu y las implantaron allá por donde pasaban.
Algunas de esas marcas dieron comienzo al arte rupestre. Del cual descenderían todos los demás artes: como contar historias en la hoguera.

Bueno, cada uno fantasea como y de lo que quiere. Pero me gusta pensar que el hecho de que yo me siente a escribir nació hace muchos miles de años porque mis antepasados ancestrales asimismo me lo prepararon.
Y, a veces, me gusta más la sencillez en los asuntos artísticos.
(Espero que lo hayan disfrutado).