martes, 17 de enero de 2012

CENA-REFRIGERIO EN EL RESTAURANTE ALEMÁN

Era un restaurante alemán. Sobrio, como los alemanes, y grande, como los alemanes. La madera sin apenas adornos, aunque, eso sí, muy brillante y recién barnizada. Y la barra era recta y hermosa.
Como hermosa era la pelirroja que acompañaba a un tipo espigado y moreno. Ella pasaba de los treinta y él podría pasar de los cuarenta, extremadamente delgado y canoso. Y ella ostentaba un gran y respingón trasero. De cara se le apreciaba los labios poco carnosos, ojos pequeños, y pómulos salientes. Una descendiente directa del cromagñón; y él, bien podría tener la sífilis.
Este tipo de físicos suele acarrear mala hostia y genio subido. Y nervios, cantidad de nervios.
- ¿Por qué te has sentado ahí? Es para poder verle el culo a la camarera, ¿No?
- Me tienes hasta los cojones, con los celos de mierda. Te he dicho que nuestra relación no es formal. Y te estás equivocando de pleno.
- Qué quieres decir con eso de formal. Que sólo me utilizas para follar. Eres un chulo, ¿acaso?
- Eso es lo que me decías anoche al oído, chulo mío.
Se acercó el camarero hasta su posición y cruzó una penetrante mirada con ella. Se conocían. Dejó la carta y se alejó para servir la mesa de al lado. Sonaba de fondo música disco berlinesa.
- ¿Qué pasa chica?, te conoces a todos los camareros del centro. No decías que apenas si salías. Menudo rollo te marcas tú.
- Eres un celoso de mierda.
- Vaya, esa sí que es gorda. Desde luego se me ha pegado de ti. ¿Sabes?, creo que tú eres tan celosa porque te ves inferior a las demás mujeres. Ésa es una de las principales causas de los celos. Lo leí en un libro de una periodista, una tal Rosa no sé qué, y trataba el tema amoroso como una pirámide de tres vértices donde uno acabará destrozado. Claro, qué tonterías digo, si tú sólo te has leído, en las tres días que llevamos juntos, el recibo del teléfono.
- ¿Y tú qué sabes? ¡Qué vas de listo por la vida!
- Soy observador, criatura. Además, un ratito de discusión gusta, pero hay que dejarlo enseguida. Pide y calla.
- A mí no me hables así.
- Es para distender la velada.
- Pues distínguete tú solo, o lo qué sea...
En eso llegó el camarero con la libreta y dijo hola.
- A mí tráigame un bocata de panceta y una bradwburttfff de ésas de moda. jejeje.
Al camarero no le hizo puta gracia y el hombre tuvo que explicarse.
- Es una broma que gasto para distender. Ya sabe, hemos tenido un pequeño amague de discusión... en fin...
- Yo estoy aquí sólo para servir, ¿sabe? Es que las clases de psicología las doy los domingos por la mañana.
La pelirroja se rió con gran acidez.
- Dígale a su jefe que salga que le voy a contar una cosita.
Dijo el hombre-cliente, con una muesca cínica.
- Yo soy el jefe. Cuéntamelo a mí y te atiendo, muy gustoso.
- Bueno mira, podemos hacer lo siguiente, ya que es la primera vez que venimos, acércanos dos jarras de cerveza que a ti te parezca bien, y un plato típico. Si no te importa elegir por nosotros. Y pasamos página de este asunto. ¿De acuerdo?
- Os traigo un combinado de todo tipo de salchichas troceadas y una paleta de patés. ¿Bien? Y de cerveza una que hacemos nosotros mismos. No la elaboramos aquí, pero sí en otro local cercano. ¿Bien?
- Bien, bien... - Dijo la pelirroja.
- Muy bien.- Se oyó al unísono procedente de las tres gargantas.
El camarero se alejó del lugar.
Al ratillo volvió con una bandeja y dos jarras de litro de cerveza, un tanto oscura, y un plato con dos exquisitos trozos de queso, con toda la pinta de pelearse con el paladar hasta la muerte. La pareja brindó varias veces seguidas. La cerveza relajó la pequeña resaca que ambos llevaban. Era Domingo y la noche anterior hubo jarana con todas las de la ley: borrachera, esnifada y fumada. Y luego a joder a la cama, hasta que las fuerzas enflaquecen a eso del mediodía. Apenas habían dormido.
Se acabaron la cerveza en cinco minutos y el hombre pidió otras dos. Se despegó el queso del paladar y se dirigió a la chica.
- ¿Cómo es posible que seas tan celosa, con lo que te gusta sembrar con todos los tíos que conoces?
- ¿!Qué¡? Me gusta como a todo el mundo, no te jode.
- Pero, luego no he conocido a nadie que sea tan celosa como tú. En la vida hay que asumir el papel desempeñado por cada uno. Por ejemplo, estoy seguro que te has tirado al fulano éste que nos atiende... ¿sí o sí? Venga, vamos a brindar por la noche. Estoy hecho polvo de lo de ayer.
- Claro, se te calentó el pico y ya querías beberte todo lo que te pillaba a la mano, hasta el agua de los floreros.
- Bueno, pero yo con eso no le hago daño a nadie, sólo a mi hígado y mi bolsillo y el que no quiera relación conmigo lo tiene fácil.
- Sí, pero ahora estás hecho una mierda. Y vas a acabar alcoholizado. Además, ya comenzabas a insultarme y a meterte con la gente.
- Mira quién habla, qué listilla. Te has cargado dos litros de cerveza a la par que yo, y luego la fama es mía, no te jode.
Llegó el camarero y depositó las viandas encima de la mesa. Se olían un par de salchichas troceadas que eran enormes y con un pellejo gordo y de carne muy claras.
- Tiene mucho mejor aspecto el chorizo de Salamanca que esto. En fin, con los ojos cerrados y para adentro sin pensárselo demasiado, como besar a una extraña.
- Eso, eso, como besar a un extraño.
- Eso es lo que somos nosotros dos y de ahí no pasaremos nunca.
- Si sólo me quieres para follar, es que eres un cabrón.
- Y tú, una cabrona, pues me utilizas para no estar sola y para que te salgan las fiestas casi gratis.
Ella tiró con la cuchara cerveza al traje de él, justo cuando éste pretendía ingerir un trozo de salchicha.
Y él le devolvió el favor con un trozo de tomate.
Ella entonces tiró la cerveza entera contra él y se puso a chillar, en plan histérico.
Rápidamente vino el camarero.
- Oiga... tenéis que desalojar el local. No se puede montar este espectáculo.
- Perdona Richard, es que me he puesto nerviosa. Pero ha sido todo un poco broma. ¿Vale?
Le dijo ella al camarero, con una cómplice sonrisa en los labios.
Y el hombre-cliente guardó algo, que tenía pillado en su mano derecha, de nuevo en el bolsillo de su chaqueta azul. Y después resopló aliviado.
- Bueno, vale. Pero no es plan. Y tú Lucy, cálmate, un poco. Te lo pido por favor. ¿Vale?
Y se alejó el camarero de la mesa, después de pasarle un trapo limpio. Y la música subió de volumen.
- Cómo sabía yo, que te habías tirado al tipo éste.
- ¡A ti que te importa!
- Pues lo mismo que a ti si yo miro a otras muchachas. O me acuesto con ellas, no te jode. Yo no he firmado contigo nada. He estado contigo hasta ahora a ver si se despertaba algo y lo único que se ha despertado es vicio y más vicio.
- ¿Y yo te lo he dado ese vicio? Tú ya lo tenías y mucho más que yo. Eres un borracho.
- Pero a mí se me pasa y tú locura es para toda la vida.
- Pero no soy una borracha.
- Pero eres una putilla.
- AGGGHHHHH...... - Chilló la pelirroja.
Y cogió la jarra de cerveza de nuevo y se la tiró al hombre encima con cristal y todo. Y éste le devolvió un salchichazo. Y poco tardó en venir el camarero, que se estaba oliendo el percal desde el principio.
- AGGGGHHHHH....
Reanudó ella el histerismo estridente. Un acto coordinado, pues se dirigió enseguida a cubrirse con las espaldas del camarero. El cual se encaminó directamente hacia el hombre y le dijo que se marchara; que no hacía falta que pagara, pero que por allí no volviera más.
Lucy le dijo que era un hijoputa. Y le pidió permiso a Richard para quedarse un rato hasta que el hombre se alejara. Y el camarero dijo que sí. Que pasara a la cocina que allí hablarían. Y luego lo empujó con un discreto movimiento que implicaba mucho mensaje.
Y él lo entendió y lo acató, muy agradecido.
Una vez en la puerta del restaurante alemán, el cliente-hombre, se volvió y sacó algo de su bolsillo de la chaqueta. Hizo una pelota con ello que parecía ser de tela y se lo tiró al camarero, para decirle:
- Toma las bragas de esa tía que esta tarde cuando nos hemos levantado ni siquiera se ha dado cuenta que no le faltaban. Pensaba dejarlo estar y no volver a verla, pero que le den por el culo
Luego el hombre salió a la calle y se fue meditando que la comida alemana no le había gustado nada. Y Richard y Lucy se quedaron juntos hasta echar el cierre al local. Ella le decía que tenía miedo.
El camarero-jefe se ofreció amablemente a llevarla a su casa, al término de la jornada.
Ella estuvo ayudando en el local durante toda la noche. Y la verdad es que lo hizo sin bragas.
Y, también, estuvo todo el tiempo arrepentida de haberse dejado coger por el horario de un bandarra y por la impertinencia de una fatigosa soledad.

miércoles, 4 de enero de 2012

OTROS GRANDES ESTRENOS (II)

JACK "EL DESVIRGADOR"
Un hippie inglés se dedica a engatusar a tres adolescentes en el Abayzìn para arrebatarles la virginidad. El muy cabrón.
GITANIC
Un grupo neonazi consigue llenar un trasatlántico de rumanos gitanos bajo un gran engaño. ¿Se hundirá el barco?
EL ASESINO QUE MATA
Un tipo comienza a matar a la gente.
CRUCE DE TRENES EN ALTA MAR
La locura de los trabajadores bajo presión....
CORRIGEN
Varios guionistas de Holliwood queman todas las salas donde se proyecta la "mierda" de película llamada ORIGEN.
LA GUARRA DE LAS GALAXIAS
La princesa Leyla se la chupa hasta al apuntador.
CON RAJAS Y A LO LOCO
A Marylin le comen el coño todo el rato.
EL SEÑOR DE LOS CANUTILLOS
Vida y andanzas de un camello del menudeo.
GRAN MISIÓN IMPOSIBLE
Al fin un productor consigue que en una película española se entiendan todos los diálogos.