miércoles, 6 de abril de 2016

LA VERDAD DESAPARECE CASI AL INSTANTE

Nuestros hechos dependen del tiempo, en este Universo que sólo conocemos. Es el Tiempo la dimensión que rige nuestras vidas y todo lo convierte en recuerdos. Recuerdos que dependen de nuestra memoria. Memoria que es afectiva y no objetiva.
El objeto de la verdad es discernir entre confusiones, aclarar los pensamientos, del hecho. Tenemos muy poco tiempo para ello. Pues el suceso se transforma en recuerdo cuyos cimientos se hunden bajo el paso del tiempo y su firme apisonadora.

Entonces, la verdad sólo es presente. Desaparece entre las brumas de la mente. Lo demás se torna en percepciones sobre lo consumado. “¿Diga usted la verdad?”; “no puedo, señoría, aquello ya ocurrió. Puedo ofrecerle mi versión y no doy para más”. La justicia ya lo sabe: la verdad sólo es presente. Pero este planteamiento no lo acoplamos a otros hechos o conflictos. Creemos que nuestra verdad sobre el recuerdo es la justa. Pero no es así, aquella verdad murió.

Vivimos a costa de sentir sobre el recuerdo y no del propio recuerdo en sí. Quizá la palabra escrita o memorizada de algún modo tecnológico nos ayude. Pero, ¿quién se preocupa de dejar constancia de la verdad más cercana? Tampoco nos vamos a pasar la vida grabándonos constantemente ya que no viviríamos la linealidad del tiempo…

Vaya, ahora ya no puedo certificar con claridad si mi primera frase de arriba fue verdad.

¿Qué opinas?