domingo, 1 de mayo de 2016

SOÑÓ QUE SOÑABA

Soñó que soñaba.

A sus brazos llegaron
entre luces grises
dos manos de sonido brillante.

Se apresan para saltar
al abismo, ¿sin fondo?, del amor
descansando sobre las nubes de la amistad
para posarse en los rojos campos de la pasión.
Al fin.

Allí aterriza una explosión de claridad.
Dos cuerpos intercambian sus almas.
Juventud y senectud se funden.
No son dos. Son cuatro. No. Son dos.
La soledad sale huyendo. Adiós.

Despertó dos veces. No. Sólo una.
Reconoció su oscuridad.

Y lloró.