domingo, 8 de diciembre de 2024

TE OBLIGO A MI

Conoces a alguien, o te conocen, en ese momento mágico en el que el organismo reclama amor para su persona, o es decir casi siempre, y surge el enamoramiento de nuevo.

Es la contemplación de una escultura que nos gusta copiosamente.
Los primeros contactos pasan como una apisonadora precedida de un tornado donde la única meta es la pasión que antecede a la posesión.
En la escultura se aprecian detalles que te, o le, gustaría trocar.
Una persona trata de cambiar a la otra.
El método es lo de menos, aunque algunos de ellos son extremadamente dolorosos: chantajes emocionales con incursiones agresivas en la vida social del otro.
La escultura comienza a no apreciar la mirada que antes le agradaba.
Te sientes, o me siento, muy mal porque los cambios que deseo, o deseas, no terminan de realizarse. Se arremete contra el perfil inicial.
Entonces la escultura se rompe.
Si me conociste de una forma, o te conocí, que gustó tanto, ¿por qué forzar el cambio mío, o tuyo?, con el riesgo conllevado de que al transformar dicha forma desaparezca el impulso inicial de gustar, o amar.
En ocasiones se proyecta la evolución, ahora sí justificada, para mejorar una situación amorosa como puede ser el abandono de una pareja por otra o las adicciones claramente peligrosas. Eso es otro tema.
Moldear dicha escultura (la persona amada) a tu, o mi, antojo no es precisamente la mejor manera de demostrar un querer.
SALUD y SUERTE.

domingo, 3 de noviembre de 2024

UNA PESADILLA DE NEGATIVO A REVELADO

Pueden ustedes recordar la situación de despertarse bruscamente de una pesadilla. Claro que sí. Pueden ustedes recordar (qué tiempos aquellos) los negativos de la película de la cámara de fotos. Negativo que al revelarse da la vuelta a la imagen y sale la foto en positivo. Pues a mi me sucedió que el negativo de una pesadilla se me reveló como positivo en la vida real; es decir, al despertar. Me explicaré. La señora Paquita, que es como la esposa de Ned Flanders (el vecino de Homer Simpson) hecha realidad pero con treinta años más en su anatomía, mujer viuda y sola, me tenía alquilada una vivienda donde, en soledad, yo dormía en una habitación a puerta cerrada y completamente a oscuras y desnudo, para más señas. Éramos vecinos de planta. Únicos vecinos. Ella poseía las llaves de mi vivienda, como debe ser, y tenía permiso para entrar cuando yo no estuviera dentro desde el principio de nuestro contrato. Aunque la prudente mujer procuraba no hacerlo nunca. Pero nos hallamos frente a una avería de fontanería a la que había que plantarle cara de inmediato. Así que le tenía dicho que entrara sin ningún problema ante una emergenciaPaquita, auspiciada por otro vecino, contrato a un hombre negro de 1,80 de puro músculo. Un negro de África que entendía bien el español y de fontanería como para soldar una fuga de gas que tenía condenada al fracaso mi hornilla donde me cocinaba los engrudos de arroz y pasta. Llevaba comiendo de menú, y de frío, más de dos semanas. Me gusta. Debo decirlo. Paquita, me telefoneó y me aseguró que llamarían a mi puerta sobre las cuatro de la tarde. Me pareció bien ya que sería una hora perfecta en la que tendría tiempo de pasar un rato en el bar al salir del trabajo leyendo el periódico y tomando cerveza. Después le metería prisa al fontanero, regatearía su precio final, comería algo y me echaría una buena siesta. Placer que tenía olvidado desde varios días atrás. Un buen plan, ¿no les parece? Era jueves. Para no variar el fontanero no se presentó a su hora. Forma parte de su profesión. Paquita lo esperaba y yo hacía lo mismo. Y nos dieron las cuatro, y las cinco, y las seis y las siete. Y sin música del Sabina de por medio. Entonces me comí un plato de arroz tres delicias, frío, como un demonio cabreado. Y estaba algo colocado pues la espera me había llevado a beber más de la cuenta y a darle cuatro caladas a un porrito de marihuana que me fabriqué. Qué sueño más rico. Me fui para el dormitorio. Me acosté. Enchufé la radio que se apagaría sola al transcurso de 60 minutos. Y dormí tan plácidamente como un bebé. Mientras tanto Paquita esperaba con desesperación al fontanero. Ella había sufrido el desplante de otros dos profesionales con anterioridad y se temía que iba a sucederle lo mismo de nuevo. Pero hubo consuelo para su frustración. A las ocho de la tarde le sonó el timbre de la puerta. A las ocho y cinco sonó el de la mía, por lo visto y oído, durante diez largos minutos. Pero el dueño de ese timbre estaba en el mundo de los sueños que con la estimulación recibida no escuchaba nada. Desde luego a mi mente le interesaba mucho más soñar con que era un héroe medieval rescatando a una princesa. Paquita dedujo que yo no estaba e intentó abrir con su llave sin conseguirlo. Por supuesto mi puerta tenía echada la cadenita, en este caso un carril de seguridad rígido que impedía abrir la puerta más de tres centímetros. “A ver si le ha pasado algo al hombre”, expresó el fontanero corpulento. Qué clase de fontanero era ese tipo, pude preguntarle más tarde, que consiguió entrar gracias a un destornillador. Ni seguridad ni leches. Carril de seguridad empujado y anulado. Puerta abierta y los dos para adentro. En mi sueño estaba hinchando a hostias a un dragón pero sin éxito alguno. Es más, en ese tipo de sueños la bestia jamás sufre daño y yo acabo con dolor de brazo y acojonado hasta que despierto con bastante sudor y agradezco a la realidad su acogida. Aun en plena dormitada mi instinto de protección se activó cuando abrieron la puerta de la habitación y encendieron la luz. Entre la brisa y la claridad repentina desperté. Veo a Paquita en medio de la puerta con sus ojos bien abiertos y en su pecho un medallón reluciente, tras ella como si fuera bicéfala una gran cabeza rapada todo ello bastante negro. ¡El dragón! Pueden imaginar el salto brusco que di de la cama. Claro que sí. En el duerme vela esa figura que ambos representaban me pareció algo monstruoso. Y si hubiera sido un sueño a lo mejor hasta intento golpearlo. Pero era otro escenario y sospechaba que mis golpes iban a ser devueltos. Lo mismo el fontanero negro me da un puñetazo que aprovecho hasta el ruido. ¿Qué hacer? Pues quizá lo hayan adivinado: GRITAR. Y grito. Paquita grita todavía más fuerte. No sé si por el susto de mi voz o por ver mi cuerpo de noventa kilos de peso completamente desnudo y medio empalmado mi pene debido a las ganas de orinar que me entraron de súbito. El hombre negro también gritó. La escena acabó cuando, ya despierto del todo, exclamé: “La madre que te parió”. Como pude les indiqué que se marcharan hacia la cocina. Me vestí. Paquita se había marchado. Me puse de acuerdo con el fontanero para la tarea. Una hora después él también se marchó. Por lo visto, la factura era para el seguro. A mi me daba miedo volver al dormitorio con lo que esa noche dormí en el sofá. Al día siguiente sobre las cuatro de la tarde sonó el timbre de mi puerta. Abrí. Era Paquita y me detalló muy enfadada que estaba disgustada conmigo por haber nombrado a su madre (ya fallecida) el día anterior. Le tuve que pedir perdón. Qué le vamos a hacer. A joderse uno, otra vez. a por la siguiente pesadilla. 

martes, 1 de octubre de 2024

UN DIA CUALQUIERA

Un día cualquiera
bajo los mantos de algodón
al arropo de los sentidos
entre díscolos pensamientos
despertaré.
Un día cualquiera
avanzando a brazas
apartando la maleza
resistiendo al viento
luchando contra la ecolalia
te hallaré.
Ese día cualquiera
cuando el rumbo nos cruce
cuando los caminos coincidan
si nuestras alas se rozan
y nuestras miradas se imantan
allí mismo y para siempre
te amaré.

domingo, 1 de septiembre de 2024

ILUSIONES VIAJERAS PASADAS

Aquella tarde maravillosa como tú fuiste. Más de cinco horas haciendo el amor sin parar. Me dijiste: “Eres una máquina de hacer semen”. “Es el amor que te tengo, vida, que no cabe en mi cuerpo” Me convertiste en un animal sexual. Tu tacto, tus besos, tus olores. Tu belleza femenina. Todos aquellos celos por no tenerte aprisionada todo el día, toda la noche, toda la vida… Fóllame otra vez, amor mío… Escuché de nuevo, cuando mis fuerzas comenzaban a odiarme. ¿Cómo no? Podría morir vaciado. Viajar al otro mundo bien lleno de ti. Después te marchaste, como siempre, con él. Y supe que perpetuaría aquel momento a lo largo de toda mi existencia y que volvería a estar solo.

viernes, 2 de agosto de 2024

EL VÓRTIZE caprichoso


El vórtize, el centro del torbellino mental. Nos transporta y empuja, en rededor, sin destino fijo ni ruta predeterminada. Nos protege y arropa de esas paredes intensas, frías, hechas de cristales pegados que distorsionan nuestra imagen. Ese círculo infame que tanto miedo nos da. Es impensable atravesarlo, ¿alguien lo habrá conseguido? Pero tú -¿y yo?- estás ahí. Dentro. Qué cárcel más desasosegante, cuánta tranquilidad que no paz. Bastaría con atravesar los malditos muros grisáceos, amenazantes. Allí habitan los monstruos; los tuyos, tú los has creado. Pero también están los míos. Sólo tienen poder ahí, en los límites de nuestro Vórtize. De niños aquellas fronteras eran imperceptibles. Surgieron por primera vez en la adolescencia. Más adelante, con las primeras frustraciones juveniles se consolidaron. Y, cómo no, en nuestra madurez ya se quedaron a vivir de okupas. Ilusiones, metas y deseos se toparon de frente con la vida; la que apañó esos motivos para crear la zona de confort, gran círculo redondo con un cielo despejado. Hay tantas zonas como personas atrapadas. Pero yo mantengo la esperanza. Más allá del torbellino sé que alguien espera tu llegada, porque si ese alguien ha logrado llegar hasta allí tú podrás emularle. Alguna vez lo conseguirás. Y deseo encontrarte en aquel lugar.

lunes, 1 de julio de 2024

UNA GALAXIA VERDE

En el vasto lienzo del Cosmos, la vida danza, una sinfonía de átomos y estrellas en trance. La Humanidad, un eslabón en esta coreografía, teje su destino entre los hilos de la Vía Láctea. Somos semillas cósmicas, dispersas al viento, navegando en naves de carne y hueso. La vida nos utiliza como sus mensajeros, para enviarnos a los confines estrellados. En la Tierra, brotamos como verdes hojas, absorbiendo la luz del sol, creciendo con pasión. Pero más allá, en los mundos distantes, a lo mejor la vida espera, agazapada en la oscuridad. ¿Qué propósito nos guía en esta odisea? ¿Por qué nosotros somos el vehículo elegido? Quizás seamos los portadores de la esperanza, los jardineros de la galaxia, sembrando vida. Nuestros cuerpos son barcos en un océano de estrellas, navegando hacia lo desconocido, hacia lo eterno. La Vida nos susurra secretos en el viento cósmico, y nosotros, como mariposas, extendemos nuestras alas. Así que sigamos danzando, seres humanos, bajo el manto de la noche estrellada. Expandámonos, reverdezcamos los mundos, y dejemos que la vida florezca en cada rincón. Pensemos que la vida utiliza a la Humanidad para expandirse por la galaxia es una metáfora poética para teñirla de su color favorito. Y como alguien dijo y que todo sea verde.

En el cuadro celeste de la noche eterna

donde las estrellas susurran historias de antaño,

la Humanidad, con ojos de curiosidad y alma de fuego,

se lanza al abrazo del Cosmos, vasto y extraño.

Con naves forjadas de sueños y acero,

surcan los hijos de la Tierra hacia el vacío sin fin,

dejando atrás nuestro azul hogar primigenio,

en busca de respuestas, en busca del gran confín.

Oh, valientes viajeros del espacio infinito,

que entre asteroides y cometas danzan,

conquistando lunas, planetas, con ímpetu bendito,

en cada nuevo mundo, una esperanza lanzan.

La galaxia se despliega como un mapa dorado,

cada sistema, un verso en la epopeya estelar,

y en este poema cósmico, delicadamente hilado,

la Humanidad se erige, dispuesta a soñar.

Porque somos polvo de estrellas, y a ellas volvemos,

en la conquista del Universo, nuestro destino manifiesto,

con cada sol que saludamos, y en cada giro que emprendemos,

somos algo más que exploradores.

Seremos, al fin, el Universo en santo y seña.



domingo, 2 de junio de 2024

COMO UNA RES DE LIDIA

A veces tengo la sensación de ser una res de lidia. Recibiendo capotazos de los políticos en campaña cuando me asimilo a esas tertulias mercenarias. Al no ser un animal (eso creo) me asusta mucho el apocalíptico puyazo final (el fin del Estado del Bienestar).

Las promesas electorales tienen algo de malvado. Se acuerdan ustedes de cuando éramos críos y oíamos: “que viene el coco (el hombre del saco) y te llevará como no obedezcas”. Les suena la amenaza ahora. “CUIDADO QUE VIENEN LOS MALOS”. “VÓTAME A MÍ”, al bueno.
Aquellos estímulos infantiles tienen sin duda algo de tiernos y románticos, y promovían que no cometiéramos errores. Todavía no nos habíamos convertido en ciudadanos libres, pero íbamos por el camino.
Cuando presto atención a los mítines electorales, de lo más falso en la condición humana, de la actualidad, la sensación del niño que está siendo engañado no se me aparta de la cabeza.
Romper en dos (promesas incumplidas electorales) la ilusión de miles de personas que basen su felicidad en alguna de dichas ofertas no cumplidas debería ser punitivo (cárcel) para el político que las proponga.
En definitiva, que me siento como una res de lidia (aunque algo manso, seguro) y ya no sé si los pases me los dan con la derecha, con la izquierda (el pase llamado natural que a mí es el que más me jode) o por todo el centro entre los mismos cuernos.
Aunque votaré. Moriré corneando.
SUERTE.

jueves, 2 de mayo de 2024

A TI MI AMIGA


Compañera infatigable

Concubina maltratada

Amiga traicionera

Y amante cabreada.

El vaso siempre lleno 

Bebedora compulsiva

Tristeza rechazada

Y la soledad entretenida.

Mujeres solitarias

Hombres despechados

Luces enajenadas

Y de la noche amarrados.

Sufrida vividora

A la vida agarra.

Es para ti amiga.

A ti mi amiga la barra.



martes, 2 de abril de 2024

SOBRE LOS PRINCESOS AZULES

PRINCESO AZUL: el amor soñado. Vale para todos los sexos.

Durante la adolescencia, antes de los fracasos amorosos venideros, cuando nuestras hormonas nos impiden razonar y nos enamoramos catorce o quince veces al día o, en su defecto, catorce o quince días de la misma persona, muchas veces platónicamente, los conceptos de amor normalmente pasan por creer que llegará algún día el Princeso Azul. Ahora demos un salto. Ya hemos pasado de adolescentes a treintañeros.

Supongamos que seguimos esperando al amor azul, al príncipe, princesa, o sea: el Princeso. ¿Por qué tarda tanto en llegar? ¿En verdad existe?

Algunos darán por muerta esa opción. No existe, y si existiere no nos merecemos su compañía. Debido a que el ser amado sí se merecería un princeso azul. 

Algunas personas, bien cumplidos los treinta años, que sin actuar como princesas azules siguen esperando a su príncipe. Cómo si aquél no tuviera otra cosa que hacer. Oye, para que te toque la lotería hay que arrimar el hombro, hay que jugar. Hay que currárselo. Pórtate como un princeso y tus posibilidades crecerán a tope.

El Princeso Azul necesita alguien que dé su perfil. No se va con cualquiera. Y huye descaradamente de todo tipo de cafres. Y huye de drogas, de noches baratas de borrachera, de gente fácil que para evitar la soledad se dedican sólo a follar. 

El Princeso Azul es omnisciente. Lo ve todo. Lo sabe todo de ti.

El paso de adolescentes a los treintaypico requiere de un proceso ecuánime. Si ese proceso te sorprende con un hogar montado todo es paulatino y con treinta años tu princeso será precisamente ése: un hogar feliz. Pero en ocasiones, normalmente por divorcios, a algunas personas les pillan los treinta años en un cambio de coyuntura emocional. Es decir, han pasado de tener un hogar montado hacia una soltería galopante. Y la memoria sensitiva improntada en el cerebro desarrolla el lapsus en forma de puente para enlazar aquella soltería con esta opción en tu nueva vida. Vuelven a ser adolescentes. Y a esperar a su princeso. Normalmente a esperarlo sentados, sin esforzarnos. Pero no llega. Por cierto, los princesos no follan. Sólo hacen el amor. Creo que el concepto está claro. Los Princesos Azules sí que existen. Están dentro de nosotros. Nada más hay que sacarlos a la luz.

lunes, 4 de marzo de 2024

SU PAZ PARA EL MUNDO

En el concurso resplandeciente bajo luces que ciegan, una chica con corona su verdad despliega. Con voz temblorosa un deseo comparte: “la paz en el mundo”. Pero en su mirada una historia se esconde de un pasado oscuro en su mente airada. Lágrimas surgen, perlas de dolor, por los abusos sufridos que marcaron su niñez. Un mundo sin daño, sin miedo a sufrir, es el sueño que anhela. La belleza es su escudo, su palabra el puñal, contra el silencio de los demás que intentó su luz apagar.

En la tarima se alza, valiente y serena, una guerrera que lucha que a la paz encadena. Y aunque la corona brille en su cabello es su coraje lo que resplandece más bello. Por cada niño que sufre que se enfrenta al temor ella es el grito, el cambio y el amor. 

Así en la final su verdad resonó para un llamado a la acción que a todos emocionó. Por un futuro sin llantos, sin recuerdos de dolor, una chica en su lucha se convirtió en voz.

jueves, 1 de febrero de 2024

FULL de ASES REYES

 “Tu madre será una santa pero tú eres un hijo de puta”

El marido escucha la sentencia como esa persona que acabara de atravesar una tormentaza y espera el empapado resultado en su organismo. En este caso la tormenta la lleva por dentro, el hombre.
Su mujer sólo utilizó dicha frase, de procedencia madrileña como ella, en aquella ocasión en la que él se gastó el dinero, reservado para pagar la luz y el agua, en una partida de póquer. Luego se advino la promesa.
“Es la última vez, te lo juro”
Son una pareja treintañera enamorados de toda la vida, cuando se conocieron en el litoral granadino, donde nació él, en aquel espléndido verano de veinte años atrás. Los dos regentan un pequeño supermercado, uno de esos negocios que durante tanto tiempo fueron conocidos como ultramarinos. Fue una herencia que ambos aceptaron ante la inminente boda y el auge que la tienda experimentaba durante los meses del veraneo. Ella es guapísima, y muy deseable. Él no tanto. No tienen hijos, aún.
Vamos a la primera frase. Ella se acaba de enterar de que su marido ha estado jugando partidas con apuestas monetarias de por medio durante el último mes. Pero la información, por parte de una amiga casada con otro jugador, no venía sola. Acarreaba un mensaje especial. Él se apostó un polvo de su esposa contra treinta mil euros y un coche casi nuevo. En total en el tablero habría depositados unos cincuenta mil euros, para el ganador.
El asunto transcurrió más o menos así. El marido se encontró con que podía costarle el matrimonio si volvía a perder un dinero, de nuevo, que hacía falta para el negocio familiar, pero ante la jugada poderosa que llevaba en sus cinco cartas, ya toda la baraja repartida, se volvió atolondrado apostando. El otro implicado deseaba a la mujer sexualmente desde bastante tiempo atrás. Entonces, con el cachondeo y la emoción de descubrir las jugadas todos los presentes intervinieron jaleando las apuestas hasta que la boca, tubo de escape de la mente, emite una traición al consciente, que ya no puede reaccionar frente al subconsciente, junto a los testigos implicados. Entonces él recibe la oferta que estaba sospechando.
“No prefieres que te deba el doble y te olvidas de mi mujer”
“No, muchacho. Incluso se pondría las braguitas que yo escoja”
Esta frase es la que estallaba en el cerebro de ella como una granada.
Más adelante, él le llevó la buena nueva. Le había tocado la lotería. Y lo había respaldado con un buen montante económico y un regalo. Un carísimo ropaje interior rojo con ribetes y tintes negros y plateados.
“Cuéntame como te pudo suceder eso”, reclama su mujer.
Ella tiene los ojos muy abiertos, mientras él conduce, y le clava su mirada en la que se podría descifrar que está a punto de sonreír o de darle una hostia con la mano abierta, como si fuera un niño chico indomable.
“Ya me había descartado de la única carta que podría haberme hecho perder la partida. Descubrí las suyas en un descuido que tuvo al estornudar. Encima yo jugaba con full de ases reyes. Era imposible que me ganara”
“Pero, podrías haberte equivocado, tío tonto. Y además ahora estaremos en boca de la gente”
“Eso es lo de menos. Se puede convertir en una leyenda urbana”
“Ahora comprendo el regalito de las bragas y el sostén. ¿Verdad?”
Llegaron a su casa y estuvieron sin repartir palabras varias horas.
Cenaron en silencio.
La mujer apareció muy maquillada y sexy en la alcoba compartida.
“Mira, te lo voy a hacer pasar tan bien y tanto como le hubiera hecho disfrutar al otro. A ver qué te parece”
Él siguió participando de una solemne callada.
Se oyeron durante gran parte de la noche gemidos tipo adolescentes.
Por la mañana, durante el desayuno, antes de que él se marchara para abrir el negocio, ella le señaló el conjunto sexy protagonista con su índice.
“Lo voy a guardar muy limpito para utilizarlo con alguien la próxima vez que me entere de que has jugado a las cartas por dinero”
Al tipo le pareció tragarse un sapo cuando aceptó.
De esa noche, lo diremos, de amor, por fin, se quedó embarazada.

lunes, 1 de enero de 2024

SU VENGANZA Y EL DESTINO

La mujer sostiene con su mano izquierda el frasco de raticida al que observa de soslayo con los ojos enrojecidos por el color de la sangre a punto de solidificarse alrededor de sus pupilas oscuras. Su hija de doce años estuvo a punto de desangrarse al haber sido sodomizada con algún aparato metálico semanas atrás por su vecino. Él consiguió una coartada gracias al testimonio de su mujer. Hijos de la gran puta, exclama. Hoy ellos se marchan a otro lugar. La mujer consiguió copiar la llave de la cerradura del vecino siguiendo tácticas que encontró en Internet. Ahora, ella acaba de consultar a la IA on line: ¿qué puedes decirme sobre la venganza y el destino?

"La venganza es un plato que se sirve frío

El destino es un hilo que se teje sin fin

Ambos son fuerzas que mueven el mundo

Y que a veces se cruzan en un cruel destino

¿Qué lleva al hombre a buscar la venganza?

¿Qué le hace creer que puede cambiar el destino?

¿No sabe acaso que todo está escrito?

¿Que nada se gana con odio y violencia?

La venganza es una llama que consume el alma

El destino es una rueda que gira sin parar

Ambos son caminos que llevan a la nada

Y que a veces se juntan en un triste final

¿Qué espera el hombre al lograr la venganza?

¿Qué le hace pensar que puede escapar del destino?

¿No ve acaso que todo tiene un precio?

¿Que nada se logra con sangre y venganza?"

La mujer medita un par de minutos la respuesta del artilugio artificial. En esos momentos escucha la puerta deseada y unos pasos alejándose. Mira la pantalla de su portátil y expresa: SON CRIMINALES MALNACIDOS. Algún día lo entenderás.

Entonces cerrando los párpados, ella carga la jeringuilla con el veneno y sale en silencio.