sábado, 1 de enero de 2022

NO... NI, ¡NÁ!

Mi primera consideración firme para residir en Málaga capital, o en la Costa del Sol, fue en 2011 cuando le solicité a mi empresa de toda la vida, ADIF, que me lanzara en paracaídas (en argot significa que tienes una necesidad personal) desde mi Granada de nacimiento. Aunque mi mayor impronta la recibiera en Madrid capital siempre dominada por el ámbito ferroviario. No se me admitió la solicitud hasta 2016 en la que no pudieron rechazarla ya que me había ganado la Residencia Fija por traslado general nacional. Yo buscaba una ciudad con playa.

Me encuentro el 31 de diciembre de 2016 en la estación del AVE de Málaga-M. Zambrano a las 11h de la mañana con sólo un equipaje de mano y con todos los caminos inexplorados. He venido para quedarme. Había dado una señal de 250 pavos por una habitación cochambrosa, on line -para tener un refugio en los primeros días hasta que encontrara un pisito de alquiler- que resultó ser una estafa. La habitación existía pero cuando la vi de verdad, in situ, al rato, me dije que allí iba a dormir su puta madre. El lugar era infame y lleno de mierda, incluidas cagadas de perro.

Dejé el equipaje en la consigna de la estación del tren, después de confirmar que no existían habitaciones de hotel libres y me dediqué al recurso de siempre ante un imprevisto: beber cerveza hasta hartarme y encima iba a ser Nochevieja. Tardé cinco cervezas en confirmar que esa noche la tendría que pasar de cualquier manera, confiando que al día siguiente encontraría algún hotel.

La experiencia durante los primeros días en la deseada ciudad, disfrutaba de unas vacaciones estratégicas, la puedo comparar con un partido de fútbol con el árbitro en contra. Me acosaron un par de chusmas hasta que los despisté pillando un taxi. Pagué el triple de su precio normal por una habitación el 1 de enero de 2017 ya que no quise volver a dormir en las urgencias del hospital de la Maternidad. Me torcí el tobillo resultando un esguince doloroso y me provoqué una terrible diarrea, por emborracharme demasiado, que me confinó dos días en la cama del hotel viendo la tele. Pero todo se arregló a las pocas semanas. Entonces comencé a saborear mi nueva residencia: los pitufitos, los sombritas, los espetitos, sus adecuados precios, sus playas, su espectacular clima...

En 2020 conocí a jacintoyo@hotmail.com. El gran Ilustrador. Y esto sólo podría haber sucedido ahí en Málaga La Bella, y me confirmó que este lugar me iba a proporcionar grandes satisfacciones en todos los sentidos de la vida. SALUD Y SUERTE.

 No, ni ná.