lunes, 1 de abril de 2019

El VORTIZE


El vórtice, el centro del torbellino.
Nos transporta y empuja, en rededor, sin destino fijo ni ruta predeterminada. Nos protege de esas paredes intensas, frías, hechas de cristales pegados que distorsionan nuestra imagen. Ese círculo infame que tanto miedo nos da. Es impensable atravesarlo, ¿alguien lo habrá conseguido? Pero tú -¿y yo?- estás ahí. Dentro. Qué cárcel más desasosegante, cuánta tranquilidad que no paz.
Bastaría con atravesar los malditos muros grises, amenazantes. Allí habitan los monstruos; los tuyos, tú los has creado. Pero también están los míos. Sólo tienen poder ahí, en los límites de nuestro Vortize.                      
De niños aquellas fronteras eran imperceptibles.
Surgieron por primera vez en la adolescencia.       
Más adelante, con las primeras frustraciones juveniles se consolidaron. Y, cómo no, en nuestra madurez ya se quedaron a vivir. Ilusiones, metas y deseos se toparon de frente con la vida. Y ésta cogió esos motivos para crear la zona de confort, justo en el centro de nuestro huracán. Y manejarlos a su antojo. Y hay tantas zonas como personas atrapadas. Pero yo mantengo la esperanza. Más allá del torbellino sé que alguien espera tu llegada, porque si ese alguien ha conseguido llegar hasta allí... Tú podrás emularle.
Alguna vez lo conseguirás.      
Y deseo encontrarte en aquel lugar.