domingo, 1 de diciembre de 2019

MI TREN EXPRÉS











Pronto comencé a moverme entre los trenes expresos nocturnos de RENFE, allá por principios de los años ochenta. El destino me convirtió en agente ferroviario. El primogénito de la familia, con dieciséis años, como otras tantas familias por toda España, dejaba de ser una carga familiar y seguía la tradición laboral de su padre. El futuro económico estaba resuelto con algo de esfuerzo y con respetar las reglas del juego. Pero había un peaje a pagar: los años del desarraigo. O sea, tener que mudarse a otra ciudad, por cojones, para conservar y preservar el trabajo presente y, por supuesto, las expectativas de futuro.
Y llegaron los viajes nocturnos.
En mi caso, fueron cinco largos años de ansiedad y satisfacción. Dependía del origen y el destino. Los domingos ansiedad. Los viernes satisfacción; o, quizá, sea mejor escribir tranquilidad. Muchos de esos viajes tenían como mayor motivación ir a ver a mi novia. Esos eran los viernes. Los domingos la motivación era ir a asegurarse el futuro laboral. Hay que imaginarse a una criatura de poco más de veinte años abandonando a otra algo menor y en la mejor edad de belleza y deseo por la que se puede pasar en esta vida. Pero vuelvo a los viajes. Los estímulos son muy personales. Cada cual es único.
Voy a obviar aquellos viajes que hice en plan aventura con amiguetes, siempre muy masculino todo, eran otros tiempos, y sus correspondientes anécdotas. Dichos viajes han sido practicados por gente fuera del ámbito ferroviario, por curiosidad y diversión. El exprés Irún-Algeciras, El Moro, me hizo pasar una de las noches más divertidas de mi juventud con cuatro amigos más, todos ciegos perdidos, volviendo de Ceuta y desplazándonos hacia Madrid, repartiendo chistes y comida entre los viajeros.
Cuando los viajes nocturnos comenzaban a consolidarse y convirtiéndose en rutina siempre sucedía algún elemento descolocativo, desubicativo, despropositivo y algún otro tivo que se me escapa.
En esa época comencé a perderle el miedo a la soledad. Es fácil cuando te pasas media noche apoyado en la ventanilla del pasillo del vagón, esquivando los ronquidos y el olor a pies de algún tipo tosco. Imaginaba entre las sombras lejanas cambiantes todo tipo de cuentos fantásticos para evitar que el cerebro se me transformara en jabón, o algo peor. Ya pasará todo esto alguna vez, me decía.
Voy a utilizar el UNA VEZ sin el ÉRASE ya que no busco el final feliz, pues nada ha terminado aún.
Una vez mientras esperaba al exprés a las dos de la madrugada en un andén vacío y frío de ninguna parte escuché unos pasos sospechosos muy seguidos y con interés por la dentera que me entró. Eran uñas, muchas, golpeando contra el arcén. Tres perros asilvestrados acaban de cruzar las vías dispuestos a olerme. Menos mal que eran galgos y muy escuálidos. Aún así; me cagué, sin protocolo. Decidieron que yo no era comida y que entre los tres pesaban menos que yo. Vi la luz del tren acercarse y lancé un alarido que surtió efecto. Bien, ese día el destino dejó de tener importancia. Mi exprés me salvó.
Una vez le dio un infarto a un señor, lo evacuaron en la siguiente parada y me quedé con su asiento.
Aquella vez no pegué ojo en todo el trayecto ya que mi novia me había dejado por otro el fin de semana.
Una vez eyaculé, o algo así, cuando compartí el asiento/litera de 1ª abatible con la viajera buenorra de enfrente. Me dejó restregar mi pie contra sus partes íntimas e introducirle mi dedo gordo por su coño con su falda subida, con las bragas puestas y, por todo el Universo, con todo lo que hiciera falta. Joder. 

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MI TREN EXPRÉS II

sábado, 2 de noviembre de 2019

MALDITOS PERROS

"Debo correr más que ellos. Esos asquerosos animales, llenos de pulgas, todos mugrientos. Debo llegar a mi árbol. Él me protegerá, como siempre.

  Otra vez me han pillado descuidado, traicioneros de mierda. Siempre en manada, como los bichos asquerosos que son. Debo correr aún más.
   La última vez llegaron a morderme. Son una avanzadilla. Los peores son los otros, los perros de cabeza y patas verdes, los que siempre vienen al final. Pero esta vez no me cogerán. Por lo menos no me cogerán vivo.
   Allí está mi árbol. Qué  bonito, fuerte  y grande es. Cómo lo quiero.
   Esta vez son ocho los que me acechan. Aquí están dando vueltas a mi árbol, ladrando como posesos. Son dos más que la última vez. Malditos perros cabrones salvajes. Ojalá los mataran a todos.
  Por fin estoy a salvo Aquí arriba no pueden morderme. Y cuando vengan los otros, los demonios verdes, los hijos de puta, saltaré sobre ellos y mataré al primero que pueda clavándole esta punta de rama en un ojo hasta verlo desangrarse y después a otro, !!!argggg!!!"
   --María, ¿a qué hora se ha subido al árbol está vez? 
   --Sobre las cuatro de la mañana, sargento. No hemos podido convencerlo y hemos tenido que llamarlos, como las dos últimas veces.
   "Hijos de puta,  perros verdes, ahora voy a saltar y os mataré..."
   El sargento ordena, mediante una señal, a su compañero de servicio para que rodee el tronco del árbol y se esconda. Después dice:
   --Baja ahora Rafael. Baja y te ayudo a matar a los perros, a todos.
    Rafael bajó del árbol con los ojos inyectados en sangre. Es un hombre delgado y bajito. Ha estado encaramado al árbol más de cinco horas.
   En cuanto puso los pies en el suelo es inmovilizado por el guardia civil escondido; con tal maestría que no pueda ni hacerle daño, ni ser dañado.
   Luego su madre lo agarra y lo mantiene abrazado para decir:
   --Hijo, cálmate, ya se han ido todos los perros, ya se han ido.
   Madre e hijo comienzan a andar, ambos con lágrimas en los ojos.
   El sargento espera en la entrada del cortijo a María para confirmar que todo está en orden y así proseguir con su ronda en el LAND ROVER.
   --Sargento, muchas gracias. Mi pobretico Rafael, con esos ataques de loco que le dan. Nunca va a olvidar que aquellos perros asilvestrados lo forzaron a correr por la noche y que se cayó golpeándose la cabeza y que estuvo a punto de morir. Se tiró dos meses en coma. Ahí en esa encina, cuando era un crío, se subía a leer. Se pasaba las horas muertas allí. Ahora ya no puede, mi pobre Rafaelico.
   La pareja de guardias civiles se subió al  coche.
   El sargento bajó la ventanilla del pasajero y dijo:
   --María, llámame las veces que quieras, hija, las que tú quieras. Adiós.

lunes, 9 de septiembre de 2019

UN ESQUELETO AMOROSO

Siempre tuvo la sensación etérea de conexión con su futuro, cuarenta años adelante, ante esa flor, de arrepentimiento. Sabía que después se acordaría del antes (buen título para un buen escrito). Y ahora tiene miedo de agarrar una nueva flor. Vence ese miedo, valiente, le digo.

domingo, 18 de agosto de 2019

CENTRO del UNIVERSO

Nuestro Universo... El globo que se expande. La materia que nos habla. El tiempo que crece. El mayor misterio de todos. ¿Está dentro Dios? O, acaso, está fuera... Podemos fantasear todo cuanto queramos, nada está prohibido. Bueno, quizá sí que haya una cosita: TÚ NO ERES EL CENTRO.

domingo, 14 de julio de 2019

LO MEJOR


Tus latidos vitales
Tu llanto original
Tu risa feliz
Tu amor incondicional
Tus juegos infantiles
Tu amistad adolescente
Tu lejanía
Tu cercanía
Tu sexo
Tu desprecio
Tu mirada furtiva
Tu aprecio
Tus consejos firmes
Tus besos
En mi mente de esponja
En mi corazón errante
En mi deambular
En mi sueño utópico…
Tú, mujer, eres lo mejor que siempre me ha pasado.

domingo, 2 de junio de 2019

TU AURORA BOREAL

La Tierra rechazando la parte mala del Sol. 
Princesa: los hombres tratarán de penetrar en ti. 
Ante la duda, nunca dejes que sus rayos lo hagan. 
De modo que ten paciencia, dignidad, anti orgullo, cultura, amistad y... follar lo justito hasta que seas mayor.



domingo, 5 de mayo de 2019

TU CASCADA

Deambulas en un recorrido vital. Eres ese río infantil que explora la selva humana. Si la cascada te pilla en un camino inclinado caerás con fuerza pero tu destino sigue estando a tu alcance. Si te pilla en plano la caída es la protagonista y el destino cambia. Tú eres el camino.

lunes, 1 de abril de 2019

El VORTIZE


El vórtice, el centro del torbellino.
Nos transporta y empuja, en rededor, sin destino fijo ni ruta predeterminada. Nos protege de esas paredes intensas, frías, hechas de cristales pegados que distorsionan nuestra imagen. Ese círculo infame que tanto miedo nos da. Es impensable atravesarlo, ¿alguien lo habrá conseguido? Pero tú -¿y yo?- estás ahí. Dentro. Qué cárcel más desasosegante, cuánta tranquilidad que no paz.
Bastaría con atravesar los malditos muros grises, amenazantes. Allí habitan los monstruos; los tuyos, tú los has creado. Pero también están los míos. Sólo tienen poder ahí, en los límites de nuestro Vortize.                      
De niños aquellas fronteras eran imperceptibles.
Surgieron por primera vez en la adolescencia.       
Más adelante, con las primeras frustraciones juveniles se consolidaron. Y, cómo no, en nuestra madurez ya se quedaron a vivir. Ilusiones, metas y deseos se toparon de frente con la vida. Y ésta cogió esos motivos para crear la zona de confort, justo en el centro de nuestro huracán. Y manejarlos a su antojo. Y hay tantas zonas como personas atrapadas. Pero yo mantengo la esperanza. Más allá del torbellino sé que alguien espera tu llegada, porque si ese alguien ha conseguido llegar hasta allí... Tú podrás emularle.
Alguna vez lo conseguirás.      
Y deseo encontrarte en aquel lugar.

domingo, 20 de enero de 2019

LA VIDA OLA

Así se acomete una decisión personal cuando ya has pasado la distancia de no retorno. 
Aunque la ola (la vida) te mate.
Sí, sí, ya sé que es muy fácil comentarlo en la distancia. ¿Lo sabes tú? ¿O eres de los de "a toro pasado"? 
Por cierto, como casi todos...