miércoles, 9 de febrero de 2011

UN BESO INOPINADO

La volvió a encontrar de forma inesperada. En la parada del metro madrileño de Delicias, la vio perderse entre la multitud mientras el vagón lo alejaba directo al túnel, oscuro y lleno de incertidumbre. Ella fue su gran amor veinte años atrás. Ella se marchó dejando un frío vacío en su corazón. ¿Qué pudo hacer mal? La perdió, ¿para siempre? Quizá no.
Al día siguiente, él se bajó en la parada de ella y esperó su llegada. Sí, allí, a la misma hora, la volvió a ver. Qué guapa. No parece tener cuarenta años. Necesita hablarle, preguntarle, casi rogarle. Quiero recuperarla, piensa.
Pasan veinticuatro horas y él de nuevo espera hallarla, agazapado entre dos máquinas expendedoras, y la ve. Ella muestra sus andares con el desparpajo de la persona que se siente segura, como si estuviera liberada con respecto al resto de la gente. Qué hermosa. Qué idiotas podemos llegar a ser de jóvenes.
Un nuevo día surge para él. No, es una nueva vida. La abordará e intentará recuperarla. Le mostrará lo mucho que ha cambiado. Le solicitará que le indique como hacerla feliz. Y volverá a amarla apasionadamente.
Se abren las puertas del vagón y comienza a salir gente. Ella se aparta hacia un lateral del andén. Es el momento, ahora él la saludará.
De repente una mujer más joven se acerca radiante y sonriente hacia ella y la abraza. Un apasionado beso en los labios con lengua las une, a ambas.
Él coge, sin dudarlo, el metro siguiente y se aleja meditabundo. Existen situaciones en la vida que, y para uno, son imposibles de cambiar.

1 comentario:

MANUELO dijo...

Esto es lo que en Andalucía se denomina UN CHASCO.