La muchacha aposenta sus nalgas sobre la rancia maleta, préstamo de su tía. El andén, de losas de hormigón desvencijadas, se haya custodiado por dos vías: una va y la otra viene: ¿cuál es cual?
Vuelve a su pueblo, abandonando la gran ciudad, obligada a casarse con un primo. Heredero de una hacienda. Son los años cincuenta.
Dos trenes van a estacionarse a la par.
Escudriña el horizonte por enésima vez.
Escucha unas risas a su espalda.
La máquina de vapor ruge incansablemente para partir.
Entonces rompe el billete.
Y se aleja.
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1 comentario:
Este microrrelato paticipa en el concurso cercanías-renfe de Madrid, y me exigían no más de cien palabras. EA!
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