Vendaval claro de brisas opacas,
arrollador,
enemigo de los tranquilos goznes
y de ellos el ganador.
Pasión desorbitada
encubridora ¿!de qué¡?
Qué ocultas ¿¡qué!?,
qué te ciega
sin saber y sin querer.
¿Dónde tu sueño?
borrado y fugaz
de tu cuerpo trémulo
tembloroso
y de tu mente
ya incapaz de pensar.
Los goznes
malheridos
que te piden a gritos:
¿qué hacer?;
en tu aliento
aquélla,
la palabra,
esperando...
Destino, ¿cruel?,
Bienvenido en este rato de soledad.
Bien agradecido
mi corazón
te corresponderá.
Una y otra vez
los apretaré,
esos nuestros goznes,
a sabiendas
sin dudarlo
con una tuya noble mirada
no dudaré,
en romperlos,
si con ello
para perpetuidad
te conseguiré.