sábado, 4 de octubre de 2025

PR"O"POSICIÓN

Ante
las fuertes tempestades resurge,
versus las sabias decisiones le alimentan
con el clamor de la tierra, entre,
 y so al cielo pide agua
durante la dosis en avalancha desequilibrada
que a veces la empaña
hacia ese natural desorden
de aquellos mediante
que, según, hasta
para ella escancian
bajo el caos dominante de todo,
en desajuste,
vía bien la emana.
Quisiera sufrir sobre mi tierra
desde éste, mí, anhelo
sin tu fiera coraza
pues contra el enemigo
cabe la esperanza
tras rodearme
por tu cielo.

lunes, 1 de septiembre de 2025

UN UNIVERSO EN MINIATURA

Nuestra pandilla la formábamos tres chicos y dos chicas, todos rondando los veinte años. 

Y reflejo esto con empaque porque todos nos queremos exageráo desde chicos. Nacho y Alba, forman pareja desde hace tiempo. Una tarde se regalaron un beso delante de tós, y ¡hala! se acabaron los coqueteos de los demás; con mi chica nada de nada; dicho que aprendió de un veraneante foráneo, de Graná. Alba es rubia, delgada, resoluta, risueña y muy estudiosa. Nacho se enamoró de ella en cuanto tuvo algo de conocimiento. Él es un tío de los guapos, según todas, y sólo piensa en jugar al fútbol, aunque no le impide aprobar todas las asignaturas. Luego nos divertimos como podemos Luismi, Mary y este servidor, Lolo. En ocasiones, me siento como un verdadero tostón. Nosotros tres somos los solteros; y presumimos de ello ante todos, no se crean. De qué buena gana, tanto él como yo, dejaríamos de serlo muy a gusto. Y nos jartaríamos de darle la mano y besuquear a la Mary delante de  el pueblo. Luismi es más gordito que yo, pero el jodío es más alto y guapo.

Solemos planear algunas aventuras que resultan emocionantes y, por sorpresa de vez en vez, hasta algo peligrosas, pues los cinco somos atrevidos y temerarios, a la hora de trepar y explorar por sitios casi inaccesibles, por algunas laderas y veréas de Sierra Nevada. Vamos a esos lugares en bici y pasamos la jornada al completo. Por ejemplo, el verano pasado nos decidimos a explorar una cueva situada en el Cerro de la Muela. Era un día otoñal, espléndido con un cielo azul claro sólo manchado por la estela de un avión a reacción. Allí descubriríamos algo asombroso. 

Ya verán, ya, sobre todo para mí.

Ahora quiero recordar como todo el contorno y el clima cálido y arropador enarbolaban la figura esbelta de Mary; su negra melena casi zahína, su exquisito movimiento, y su pantalón vaquero estrecho que redondeaba su trasero y lo resaltaba con movimientos armónicos. No podía apartar la vista de ella cada vez que escalábamos un risco y la dejaba pasar primero. “Qué buena está”, mi cerebro liberaba ese pensamiento, incluso a mi pesar. Ya en cierta ocasión me dejó bien claro que predominaría la amistad entre nosotros, sacrificando el sexo. ¡Qué mala suerte, que tengo! Pensé como un niño.
El camino hasta llegar allí es una sinuosa vereda con gran cantidad de altibajos y recónditos bancales cercanos a las casitas de paredes blancas con las cenefas de pintura de cemento y de lejos acompañándonos las arboledas, todo con enorme silencio.
Al fin, avistamos el lugar. Situada en un pequeño monte de relieve cuadrado en el que la cueva en sí daba la sensación de que era una caries del cerro, rodeada de vegetación de secano con tonalidades amarillentas y, a ratos, verdosas. La entrada es angosta y oscura, apenas un túnel. Una vez dentro, se abre una especie de galería por la que tenemos que pasar agachados. Al final, se despliega una especie de habitación totalmente iluminada. Caían gotas del techo y en el suelo resaltaban bastantes charcos de agua. Pero, ¿de dónde procedía esa luz tan protagonista y que desplazaba toda oscuridad del fondo? Qué fenómeno tan poco corriente.
La curiosidad reinó en nuestras miradas. Quisimos averiguarlo y nos encaminamos con decisión directa al interior. Nachó encabezó la expedición, asida de su mano lo siguió Alba, su novia. “Qué suerte tiene el tío”. Inmediatamente detrás, Mary avanzó decidida; después yo, tras una recriminación de Luismi, que cerró la fila india.
Son unos treinta metros de absoluto silencio los que recorremos con paso firme y sigiloso, acción hermanada con nuestros andares. A mitad de camino un eco nos sobresaltó y paramos nuestro movimiento bruscamente, en seco. Choqué mis partes más delicadas y protuberantes contra el trasero de Mary. Qué gloria, por unos segundos ella giró la cabeza para escudriñarme y me puse mas blanco que el pico del Veleta en invierno. Ella giró la cabeza y la daleó un par de veces marcándome el terreno con su mirada. Seguimos de inmediato con la curiosidad álgida y la incertidumbre quemándonos los nervios. 
Serían unos treinta metros de inquietud los que recorrimos con paso firme y sigiloso, acción hermanada con nuestros andares. A mitad de camino un eco nos sobresaltó y paramos nuestro movimiento bruscamente, en seco.
Ya faltaban muy pocos metros para acceder a la habitación interior iluminada donde se vislumbraba que fuera de una altura de unos ocho o nueve metros; el resto sería, más o menos, como el aula de un colegio, de unos cuarenta alumnos. Los conocía bien.
Todos quedamos fascinados por lo que vimos. Cientos y cientos, miles, de luciérnagas revoloteaban alrededor de una veta de color oro casi albino que debía su brillo a los rayos de sol, y que eran refractados de pared a charcos y vuelta para que se perdieran por una grieta del techo como si hubieran recibido una mano de limpieza en un particular lavado automático para una oscuridad añeja. Éramos cinco personas fascinadas y con la boca completamente abierta.
Pasaron varios minutos donde el protagonismo lo adquirió el abrazo fraternal que nos unía. El techo de la morada, ¡qué digo techo!: el firmamento de la cueva giraba como las luces de las bolas plateadas de una discoteca de pueblo. Cuánta hermosura, privada, sólo para nosotros, príncipes elegidos del reino de la de placidez...
¡Ho No!, Luismi besa en los labios a mi adorada Mary. ¡Ho No!, le da un morreo. Qué suerte la de mi amigo; seguro que con él eso de romper la amistad no le importa una mierda, pinchá en un palo. Disimulé la mirada. Ni lo notaron.
De repente la luz desapareció, y con ella las luciérnagas. La grieta apenas dejaba pasar un minúsculo rayo de sol que sólo nos serviría para encontrar la salida.
Ahora sí, ahora los cinco nos miramos sabiendo que los minutos anteriores labraron una profunda magia para todos. La sorpresa fue tal que no lanzamos ninguna foto. Qué tontos.
Siempre sabría que una maravilla puede ir acompañada de un fracaso, una decepción, un desengaño, que sé yo, ni en qué orden. Pero que todo eso es pura vida, que hay que esperar cualquier detalle sorpresivo de ella, para bien o para mal. Que una decepción para ti puede suponer una gran satisfacción para otro. Y también sabría que las satisfacciones buenas no son las desgracias de los demás; como siente algún tontolapolla, por mucho que lo disimule.
Me alegré, porque en aquella cueva hubo amor de todas las clases.
Durante el camino de vuelta recibí los abrazos más profundos que uno pueda desear, muchos besillos en las mejillas, donde la Mary se esmeró como nunca lo hizo. Luismi me dijo al oído que lo sentía, que esperaba el momento adecuado para declararse ante ella y que el pequeño milagro que habíamos contemplado lo ánimo hasta el punto de no poder contenerse. Alba y Nacho, dejaron caer que le habían comentado a una amiga de la facultad nuestras escapadas y que en la próxima vendría para acompañarnos. Amistad y amor: indisolubles y repelentes, todo al mismo tiempo.
Volví a nuestra cueva. Al detallar el “cosmos” del que fuimos testigos, tuve frecuente compañía en mis visitas. Pero jamás se repitió tal maravilla.
También he comprendido que hubo un universo en miniatura en aquella íntima escapada, el formado por los sentimientos vírgenes y verdaderos.

 


viernes, 1 de agosto de 2025

GEOLOGÍA HISTÓRICA en clave de 12 MESES

   UN AÑO SERÍA TODA LA VIDA
La TIERRA, maravilloso hogar que nos cobija a todos los seres vivos sin cobrarnos ningún tipo de alquiler. Sitio magnánimo donde los haya que nos devuelve con gran colorido el gris trato (llámese polución) que nosotros le infringimos. 
No es de extrañar que algún día se rebele.
Pues bien, si le suponemos una edad alrededor de 4570 millones de años, Hadeico Críptico, al igual que al padre Sol (al Universo se le otorga una vejez de +-14500 millones de años) y ésta la dividimos en doce partes, que llamaremos meses para una buena relación identificativa, cada una de ellas sería de aproximadamente unos 380 millones de años. Cada una de las partes sería un mes del total de doce de la vida del planeta, o es decir, en estos momentos estaríamos a punto de cantar las Doce Uvas en diciembre. ¿Sí? O quizá sustituyamos la apoteosis por el apocalipsis.
Avancemos raudos. Por consiguiente el primer mes, enero, con sus 380 millones de años correspondería, hace 4570 millones, a la formación rocosa ardiente que sufrió el tormento de los asteroides, pero que sin él jamás existiríamos. En este mes de enero se confirmaría la redondez del planeta y su casi eterno viaje alrededor de la estrella que permitió su arranque a la vida. El mayor de los meteoritos, casi igual de grande que la Tierra de aquella época, como Marte actual, un viajero errante atraído por el Sol, choca con el planetoide en formación hermanándose para siempre y dando paso al nacimiento de la futura Luna, liberando una energía que derrite todo el conglomerado de rocas, y se libera la mayor cantidad de agua en forma de vapor de agua inimaginable, que la ha estado trayendo los meteoros en su interior, vislumbrándose que el vapor volverá a enfriarse y caerá a la superficie ardiente que lo devolverá al espacio para comenzar otro ciclo. Surgen las primeras moléculas auto replicantes, Hadeico grupos Basin.
Febrero. Comienza a enfriarse, sobre todo el cascarón exterior, una vez acabado el pesado bombardeo (todavía a su satélite, nuestra Luna, le quedan bombardeos durante todo este mes). Este enfriamiento paulatino permite la formación de nubes gigantescas, de hasta quinientos kilómetros de altura muy condensadas y pesadas, que junto a otros gases que cobijan serán los futuros océanos y atmósfera.
Marzo. Fin del bombardeo de meteoritos, Hadeico Ímbrico, y el mes de las lluvias. Cae el agua torrencial y se vuelve a evaporar debido al calor de la superficie, y vuelve a enfriarse en el exterior y vuelve a caer lluvia que enfría la superficie y así una y otra vez hasta que el agua consigue consolidarse en toda la superficie del planeta recién nacido. Surgen los primeros lagos, enormes, y los primeros mares. La maravillosa creación de los océanos es casi instantánea en comparación con el resto de la creación del planeta, apenas unos miles de años lloviendo torrencialmente que ante el recorrido general es ínfimo en el tiempo.
Abril. Arcaico. Acaban las lluvias y ya existe una primera formación de los océanos y comienza a formarse el clima prehistórico con la creación de una atmósfera, aún no respirable por falta de oxígeno. Primeras células y el primer supercontinente, Vaalhará.
Mayo. Paleoarcaico. Comienzo de la fotosíntesis anoxigénica y primeros fósiles y estromatolitos.
Junio. Neoarcaico. Comienza la fotosíntesis oxigénica. Unas algas deciden respirar los gases contaminantes actuales, CO2, y llenar la nueva atmósfera de oxígeno, lo que provoca en 200 millones de años una Gran Oxidación y enormes cambios en la atmósfera y superficie del planeta. Julio. La Glaciación Huroniana y la Atmósfera oxigénica completa.
Agosto. Mesoprotezocico. Expansión de los depósitos continentales.
Posibles fósiles de algas rojas. Formación de Rodinia. Entra el Criogénico y la Tierra bola de nieve con él.
Septiembre/octubre/noviembre. PaleozoicoExplosión cámbrica de vida. Primeros peces. Dominan los invertebrados. Extinciones masivas. Primeras plantas terrestres fósiles. Aparecen los primeros anfibios. Árboles grandes primitivos. Abundantes insectos, primeros reptiles y bosques de helechos. Formación de PANGEA.
Diciembre. Mesozoico. Extinción masiva. Primeros dinosaurios, mamíferos ovíparos. M. Jurásico, Mamíferos marsupiales, primeras aves, primeras plantas con flores. M. Cretácico, máximo de los dinosaurios. Esta época hará las delicias de las futuras compañías petrolíferas. Primitivos mamíferos placentarios. Cenozoico, ya los continentes cogen el aspecto actual. Clima uniforme, cálido y húmedo. Florecimiento animal y vegetal. India colisiona con Asia. Disminución del dióxido de carbono. Extinción masiva. C. Plioceno. Australopitecos. Cuaternario. C. Pleistoceno. Ciclos de glaciaciones. Evolución de los humanos modernos. Extinción de la megafauna. Y C. Holoceno, Final de la Edad de Hielo y surgimiento de la civilización actual. Está a punto de acabar este año...
31 de diciembre; dos horas para el final de año, la Humanidad aparece. La propia supervivencia de las especies, ayudada por la sabia naturaleza, y algún que otro cataclismo va eliminando las más débiles para subsistir fomentando algunas de las que ya en nuestros días se reconocen. El Ser Humano surge, apenas a dos horas, antes del final de este año analógico/diacrónico pensado para la ocasión, viéndose claramente nuestra juventud. De las especies grandes, probablemente, seamos los más jóvenes y nuevos. Hemos destruido más parte de la naturaleza que cualquier especie animal o vegetal que haya posado sus moléculas, en la singladura mostrada, sobre la faz de la Tierra. El Hombre que se alimenta de todo y de todos no repara en gastos a la hora de buscar un bienestar tecnológico que no sabemos hacia dónde nos conduce, pero que sí que corremos el riesgo de ocasionar daños irreparables a nuestra hogar: el Planeta Azul.
Y quizá, ojalá nunca, dentro de algunos millones de años alguien escriba un artículo como éste y acabe diciendo:
“el Holoceno, el periodo de aquellos criminales”.

martes, 3 de junio de 2025

NADIE ADVIERTE SOBRE EL AMOR

Persiguió a su amor acorralándolo, pensando que tenía todo el derecho por el simple hecho de amar, asediándolo, creyendo que su amor le pertenecía, por el simple hecho de amar, agobiándolo con chantajes emocionales, a su amor, viviendo sus pensamientos sin conocerlos, recriminándolo, sin pudor, por no corresponderle en su medida, espiando su vida como si le perteneciera, por el simple hecho de amar, obligándolo, a su amor, a corresponder, valorando que se lo merecía, por el simple hecho de amar.

Nadie advirtió a esa persona que el amor no está obligado, no pertenece a nadie y que tiene vida propia, que al amor se le conquista con amor y no con razones ni estratagemas ni celos. Y ahora ya no lo reconoce.
Esa persona pudiere estar tan cerca de ti que te esté fagocitando.

viernes, 2 de mayo de 2025

DUDAS

 DICES QUE DUDO DE TI
Y NO LO DUDAS
SIN DUDAR DE LO QUE DUDO
Y SI NO DUDO DUDAS
PERO SI PARAMOS
DUDAMOS.


 

domingo, 6 de abril de 2025

sábado, 1 de marzo de 2025

UN GESTO SUBLIME

   Federico Mínguez vive solo. Esta mañana se dirige a dar su cotidiano paseo, interrumpido por un café bien calentito, que le distraiga del aburrimiento diario. Está el hombre un tanto calvete por la cocorota, ésa que se rasca de atrás hacia delante mientras ingiere el tórrido líquido. En su bar favorito contempla un cuadro, regalo suyo; que, a veces, lo hace llorar favoreciendo sus rasgos marcados por la dejadez. Le gusta madrugar, costumbre que no ha perdido al jubilarse después de 40 años de trabajador metalúrgico en una factoría del polígono de Camarmilla en Alcalá de Henares, ciudad que recientemente nombraron Patrimonio de la Humanidad, insuflándole mucha alegría, ya que su mujer nació allí en la ciudad Complutense. Federico es un jubilado forzoso en la táctica de las empresas por medio de las bajas incentivadas para aquéllas que pretenden los beneficios por encima de cualquier otra cuestión. Toda la vida ha sido sindicalista. “Me han quitado de en medio”. Federico a duras penas aguanta la vista de los paisajes cercanos que rememoran su feliz matrimonio. Quiere marcharse del lugar. “Soy un olmo en medio de un gran bosque de pinos”. Ahora agarra su paquete de tabaco y su caja de mixtos para que más tarde el humo abra una cortina entre él y los demás, aunque es un gran observador de las circunstancias humanas. “La cama no es lo mío”, expresa a los conocidos en el hogar del jubilado del Chorrillo. A veces, pinta algún paisaje al óleo. Su mujer era su crítica y admiradora. Últimamente suele escribir algunas reflexiones y recuerdos por pura catarsis. Hoy ha pensado variar su recorrido, quiere saber, explorar, lo que para él es el estudio connotativo de aceras, caminos, altibajos y toda suerte de trabas y obstáculos con los que pudiera toparse. Luego en casa hace un pequeño plano que irá reformando con cada nueva caminata. ¿Pero por qué su casa está desordenada y con los cuadros torcidos? Él es un quejica. Se queja, el hombre, de no tener ya nada que hacer en esta vida. No tiene hijos, fue imposible por culpa de su esterilidad, y de los fallidos intentos por adoptar. “Estos fascistas me van a castigar mientras viva”. Ve el recién inaugurado puente de hierro que sortea las vías del tren, se alegra al pensar la vuelta tan grande que la ciudadanía va a ahorrarse. Dos barrios humildes, antes suburbios, quedaran por fin unidos para siempre, piensa, mientras se arrima el cuello de la camisa hacia su cogote pelado. El puente es de una estructura sólida y uniforme, hierro y hormigón bailando, gris, estrecho, y con la altura justa para librar la catenaria del tren. “Pandilla de tacaños”. Se acerca con lentitud, se percata de la falta de iluminación de la construcción. La madrugada le ayuda a definir la situación, la fresquita le roza la cara. Entonces, distingue algo, sí, una silueta humana, en lo alto del puente. Le parece inmóvil al primer vistazo y el detalle le choca. La brisa es poderosa y no debe apetecer mucho estarse quieto allá arriba. No es una parada de autobús ni debe ser una cita, desde luego. La figura se define a medida que él sube la rampa. Es una jovencita con una melena larga y despeinada, normal, el viento hace su trabajo. La observa realizar movimientos extraños. De lejos parecía quieta, pero, ahora se le reconoce una alteración nerviosa, que la hace ir cambiando de posición, para alternar el apoyo en la barandilla de un codo a otro, en impulsos respingosos. Y cambia la inclinación de su escultural cuerpo de lado, en plan brutal. Fede, desde abajo se para impresionado. Ella podría dañarse, lanza la mirada al cielo, inclina su cabeza y después se golpea. Este gesto crea una duda en nuestro protagonista, donde la locura de la muchacha la resolvería. “¡Qué coño!”. De pronto, por la lejanía de una última curva comienza a florecer una luz amarillenta, acompañada de un ruido entremezcla de pitidos reiterativos de una gran bocina que crecen a cada instante. Viene un tren. Vuelve a mirar a la muchacha. Ella quiere brincar. Ella quiere tirarse a la vía.  “¡Oh no!”, exclama aterrorizado. La chica alza un pie por encima de la barandilla y se dispone a forzar sus brazos, va a saltar. Los gritos de él se ahogan en el ambiente, da un salto para los dos últimos peldaños, pues, y avanza, jadea, y corre como hacía muchos años. La frenada del tren no llegará a tiempo de arrollar a la chica, de ocurrir lo inevitable. Se entabla una veloz carrera entre un ser humano y una máquina. Ella mantiene ahora los dos pies en alto y el culo aposentado en la barandilla, sólo basta un mínimo impulso para caer. Él llega, la agarra por la cazadora, le pega un tirón, la arrastra a piso firme, la suelta, se agacha para resollar, la mira, resopla. Dos minutos más tarde, los dos abrazados, más bien él la arropa para evitarle los tiritones que ella está soltando, bajan las escaleras buscando la seguridad de la acera. Fede, antes de preguntar nada, recapacita sobre la circunstancia que ha vivido en tan intensos minutos, comienza a deducir que la chica ha sufrido algún tipo de trasiego nocturno especial. Ella viste ropa muy sexy; falda corta y estrecha, con blusa ajustada. “Cuéntame, hija”, la anima, mientras le ofrece su pañuelo. Ambos se han hermanado con un banco del parquecillo cercano. La chica se recupera por momentos, pero parece abstraída, rompe a llorar desconsoladamente. Al parecer al recuperar la lucidez reconoce lo que ha estado a punto de hacer. Querer suicidarse. “Anda, hija, cuéntame” Ella habla, cuenta, se llama Liliana, relata su aventura, la huida de su país de origen a la madre patria, del engaño soportado bajo amenaza de unos hombres que comercian con el sexo, de una noche disparatada de drogas y alcohol, cansada de que se la follaran, y su escapada por la ventana del baño. Sí, sin duda alguna, Liliana es una joven prostituta, con la adolescencia perdida en antros carnales. Fede no comprende como puede esa situación llevarla al suicidio, ya que él ni se lo ha planteado cuando la oscuridad de la soledad le penetra el alma. Pero comprende en el acto que si existiera la Providencia, o simplemente una meta florecida, ha sido elegido para solucionar esta debacle que asedia a este ser humano. Fue tan rápida la decisión que pareciera que él la esperaba desde siempre. Ahora debe eliminarle todos los miedos.

-- No te preocupes por nada. Si el destino nos ha unido ningún hijo de puta nos va a separar. Te ayudaré hasta el final, Liliana, hija. Vamos a mi casa donde te adecentarás y descansarás hasta que te apetezca. No vas a volver al lugar que te ha llevado a esta situación. Vamos, hija, sígueme.

-- Me buscarán. ¿Y si me encuentran?

-- No te va a pasar nada. Cuando pasen varios días iremos al ayuntamiento y nos lo tendrán que solucionar, te lo juro. Además tengo un amigo policía. Mis impuestos deben servir para este tipo de ayudas, también. Ya verás. 

Liliana y Federico entablaron a raíz del suceso una soldada amistad. Más que amigos se convirtieron en familia. Se les veía pasear por encima del puente y riéndose en más de una ocasión; mientras señalaban la llegada de una nueva composición de tren que se acercaba a toda velocidad, al poco tiempo de confirmarse en el ayuntamiento de la plaza de Cervantes, que, si algo malo le sucediera a la muchacha o a él, cerrarían el club de la carretera de Guadalajara para siempre, amén de meter en la cárcel a todo cristo viviente. Liliana aceptó el alojamiento que le proporcionó Federico a cambio de una labor como empleada de su hogar. Al fin, su casa permanecería ordenada. Él podría pintar todo el tiempo que quisiera y además él había recobrado cierta felicidad. Ella podría llevar una vida normal durante el día, si así lo deseara.

Federico Mínguez pintó un cuadro al óleo, de dimensiones grandes, en el que se veía a la chica que le dio harto motivos considerables para seguir viviendo, conversando con un vecino veinteañero, y que contemplan, los dos, justo la dirección que indica el horizonte. Cuadro muy parecido al que le hacía llorar de vez en cuando, en el bar, que refleja una misma situación con su difunta mujer, de título: UN GESTO SUBLIME.



domingo, 2 de febrero de 2025

AL FIN GEMISTE MI NOMBRE

Hace tanto tiempo que sueño con tu abrazo que se me aferra con todas tus fuerzas y me acercas hacia tu corazón, con suerte para mí tan cerca de tus senos, dos montículos turgentes coronados por dos pezones de miel, redondos y claros, como tú. Así floreciste para mí.

Sueño que me besas con tus labios hinchados de placer desde la cima del mundo, para captar, lo sé, lo intuyo, que aún no has dejado de mirar hacia abajo como una niña, a lo último sola, que es lo que escuchaste en aquella ocasión que el sueño se convirtió en realidad durante unos segundos.
Estamos juntos en tu bañera del hotel. Yo repito tu nombre en intervalos precisos, porque te deseaba tan cerca de mí que no me puedo contener. Te dejas llevar por los recuerdos de esa gran canción que te enamoró. Te ruego que no finjas más, no es ningún rol de película, algunos de los cuales son maravillosos. Te pido perdón al oído por no acordarme de todos tus papeles europeos, aunque sí de los importantes, y me compensas con un baile sensual acuático, de repente tengo tus partes más intimas en mi boca. Estás húmeda por partida doble, tu monte de Venus es prominente, liso y muy brillante. Huele a una mar desaforada. Vuelvo a repetir tu nombre. Y odio a quien te odia, te digo, ¿y entonces me empujas dentro de ti?, no sé ya nada.
Escucho tus gemidos a través del agua burbujeante, ahora me acercas a tu lengua que me embadurna todo el cuerpo con saliva que me sabe a eucalipto con limón, en mi interior has tatuado ya ese olor de por vida. Espero tus decisiones para más penetración, no tengo prisa, ya que soy tuyo para siempre.
Tú y yo, como un matrimonio bien concordado donde, para siempre, serás la protagonista absoluta.
Por fin; oigo, como un eco perturbado, pero dulcificado, brotado de tus cuerdas vocales, con esa dicción maravillosa, y a sabiendas de que mi cercanía te pone muy excitada, ése, mi nombre: “¡OSCAR!”

domingo, 5 de enero de 2025

UNA CAPRICHOSA LEYENDA NEGRA

Tres días con sus noches lleva Ángel tratando de componer un tema musical. Va a ser una canción melódica que le han propuesto incluir en un álbum recopilatorio para una compañía nueva sobre músicos anónimos. Es el encargo de su vida. Él desea que sea una creación novedosa y a partir de ahí poder componer un álbum completo.
Ya era el tercer día que una cuadrilla de albañiles reformaba la casa baja del portal de al lado. El eco de los golpes del cincel y la radial contra el hormigón resonaban a buen compás. El ruido obsequiaba los oídos con una especie de rapsodia urbana, incansable, inalterable. Son los sonidos para el sustento. El acuerdo al que habían llegado los albañiles era al cobro por equiparación con el tiempo empleado. Pues, ¡ale!, a destajo. De modo que duro al trabajo, día y noche, por cuadrillas.
...PUUNNKKTTOK...PUUNNKKTTOK...PUUNNKKTTOK..RRRRUUUUUU....GGGGGRRRUUUGG...PUUNNKKTTOK...RRRRUUUUGGGGGRRRUUUGGgggggggg.
Ángel había aireado sus protestas encarecidamente. Pero todo había sido inútil. Tampoco había conseguido su melodía ansiada ni la letra adecuada, sólo lograba una amalgama de tonalidades donde las notas discutían entre sí, y acababan siempre con el mismo son proveniente de la calle...RRRRUUUUUUGGGGGRRRU...!!UUGG¡¡...PUUNNKKTTOK... RRRRUUUUUUGGGGGRRRUUUGG......RRRRUUUUUUGGGGGRRR.
Él aún no descubre al cuervo negro que silba en el alféizar de su ventana.
Vaya. En estos momentos son las ocho de la tarde del tercer día. 
Y los ruidos de la obra han cesado.
"Sí, no me lo puedo creer, han parado estos mamones, ¿se habrán muerto?"
Ángel se acaba de beber la última botella de güisqui Dyc. Él cree que todo buen creador debe tener una leyenda negra, negrísima. Es lo que le han inculcado las biografías de los superartistas roqueros. Él sólo tiene como leyenda su barata botella. Una leyenda negra la debe tener cualquier buen creador y debe de estar atormentado. "Además; debe de quemarse el alma, de vez en cuando".
Arrastra tres días de borrachera de leyenda negra, complementada con anfetaminas, desplazando todo tipo de alimento.
Pero los ruidos han cesado y el artista va a pasar a la acción. Él va a triunfar. Él va a crear la balada inédita que le hará famoso. Y su guitarra y sus canciones crecerán como la mala hierba entre el césped acústico para todos aquellos que lo han estado esquivando. Se van a enterar. ¡Ja! Ahora, Ángel agarra la botella de Dyc y le besa el culo. Recuerda aquél creador con leyenda negra que se acordaba de los malos tratos recibidos en su niñez para componer canciones esquizofrénicas, y de aquél otro que utilizaba sus recuerdos infantiles para crear canciones de amor. Y recuerda aquel Conde de Montecristo que volvió de los infiernos en forma de ángel canoso para recrearse en su venganza. Y se acuerda de los albañiles. Chilla de alborozo al comprobar que ya no hay ruidos. Jején. Por fin, se acuerda de su guitarra eléctrica y de su futuro.
Él entra en su especial nave espacial, aposenta su trasero en el taburete y sube el amplificador, todo muy a la mano. La letra debe tratar de algo tierno y esperanzador, a la par. Ya está bien de criticar la sociedad. Una canción tierna tiene que abrir la esperanza en primer lugar, y en segundo debe consternar. Pero no debe resultar blando el mensaje. Aparte de flores, también en el planeta hay contaminación. Es la mirada de cada uno la que enfoca el tema en cada momento. Desea que la letra y la melodía sean eternas y no tengan época. Como aquella Teoría del Bien y del Mal que la humanidad acarrea con y contra sí. Es eterna, no avanza ni retrocede. Estamos en el mismo sitio que Platón y Aristóteles. Hemos adelantado algo con respecto al demiurgo, pero la línea que divide el bien del mal sigue donde estaba. Incansable. Ángel ha descubierto el tema y se la va a jugar. Vaya si se la va a jugar. Un tema tipo balada que transmita consciencia del ging y del gang. Un tema donde las flores y las charcas de cloro se den la mano, para que acabe con un exquisito punteo de guitarra, a la vez que todos los instrumentos le dan paso a una expresión para que un niño blanco, cuando la escuche, bese a una niña negra. Jo. Infatigable.
Ya son las once de la noche y tiene que llevar la maqueta casera a primera hora de la mañana sin pérdida de tiempo. Él cree tener la idea, la motivación, y las agallas suficientes para enfrentarse a ello, a todos, y al tiempo. Debe lograrlo con éxito para que su ego vuelva a funcionar como es debido. Cree que está a tiempo de ser artista y creador. Tiene algo más de cuarenta años y ni se ha enterado de ello, entre tanta fiesta y acompañamientos musicales, saltando de grupo en grupo y de cama en cama. Y de bar en bar.
Carece de los medios tecnológicos adecuados para construir su superbalada. Pero si la maqueta gusta y el tema engancha, al fin dará la sorpresa. Prometió que la aprovecharía.
Ahora, todo lo hará en pos de ser un buen músico. Rodeándose de cuantas cosas le sean necesarias y olvidando todas aquéllas que no lo sean. Se acabó perder el tiempo. Si consigue esta canción intuye de sobra que habrá abierto una exquisita puerta de creatividad que le conducirá al jardín de las notas musicales. Allí donde los poetas se enamoran de las ninfas musicales. Manos a la obra.
Las cuatro primeras notas salen airosas. La letra con sangre entra, se ridiculiza él primero para engañar al subconsciente y que saque a relucir lo que el consciente le va reclamando. La borrachera le crece por momentos. Rememora una vieja canción con la que se enamoró de una joven pecosa. Piensa en lo hermoso que surge el flamenco cuando se fusiona con cualquier tipo de música con ritmo. Y de la paliza que le propinó su viejo al pillarlo con su primer porro. Jején. Y en su mente crece una certeza que nunca quiso reconocer. Ahora sí. Se le saltan dos lagrimones como dos nubes y se le cae el mundo encima, para después reírse irónicamente.
Todo formará parte de su particular leyenda negra. Y otro largo trago. Además, el último compás acústico irá acompañado de alguna frase esperanzadora: acércame esa ramita...
Así que duro al trabajo, noche y madrugada. Manos a la obra.
...RRRRUNNKKTTOK...PUUNNKKTTOK...PUUNNKKTTOK...RRRRUUUUUGGGGGRRRUUUGG...!UGGGGggggggggg!PUUNNKKTTOK... ...RRRRUUUUUUGGGGGRRRUUUGG... ¡NO! "¿¡Cómo es posible!?" El demonio remueve el caldero. Adiós a la ramita. Adiós al beso entre fango.... PUUNNKKTTOK...PUUNNKKTTOK...PUUNNKKTTOK...RUUUUUUGGGGGRRRUUUGG...PUUNNKKTTOK...RRRRUUUUUUGGGGGRRRUUUGGG...PUUNNKKTTOK...PUUNNKKTTOKRRRUUUUUUGGGGGRRRUUUGGPUUNNKKTTOK...RRRRUUUUUUGGGGGRRRUUUGG 
¡Otra vez!
Son las doce de la noche justo el momento en que Ángel golpea su guitarra contra el suelo, enajenado por la falta de sustancia alimenticia.
Marcan las doce y cinco minutos cuando se acerca hasta la casa baja, para negociar con los albañiles, alocado y con la sangre alterada.
Las doce y diez, cuando una bruja oscura sale a volar, y le dice a Ángel al oído que insulte a los albañiles, y la escucha enajenado por la fatiga intelectual y esgrime un mástil estriado.
Las doce y cuarto, cuando la bruja malvada se marcha riéndose dejando a Ángel postrado ante los dos albañiles, que están harto enfadados y harto borrachos. Consideran a Ángel un parásito de la sociedad. No como ellos, siempre trabajando tan duro.
Le replican los insultos al artista, bajo amenaza agresora sanguinolenta.
Las doce y media de la madrugada. Ahora, Ángel le pega una patada a un tabique recién enyesado y lo tira, y les lanza unos improperios, con saliva blanca espesa en sus labios.
Los albañiles se vuelven locos de pensar que ese malospelos no entiende de trabajo, si no comprendería que se dejan la vida currando a todas horas para que el sueldo sea digno, y que a veces ni les pagan.
Y la mano derecha del demonio, que también está borracho, actúa con celeridad y hace que Ángel le golpee en el pecho al albañil más cercano y que éste se caiga encima de unos materiales de derribo y se clave en la espalda un hierro de calamina. Entonces, el otro compañero, sintiéndose sin más consuelo, sacude en la cabeza del músico con una pala, y le apalea de nuevo con todas sus fuerzas.
El cuervo negro se retira con vuelo directo, y con cara de bruja.
Ángel cae al suelo con una brecha en la sien de doce centímetros, y la masa cerebral le abandona en lo terreno, desparramándose contra el suelo.
El albañil agredido se levanta enrabiado y remata a Ángel mediante una patada en la frente. Y la creatividad abandona para siempre el cuerpo del artista para que las ratas se puedan dar un festín... 
PUUNNKKTTOK... RRRRUUUUUUGGGGGRRRUUUGGG...PUUNNKKTTOK..PUUNNKKTTOK...RRRRUUUUUUGGGGGRRRUUUGG...PUUNNKKTTOK...RRRRUUUUUUGGGGGRRRUUUGGggggg...
Ángel se marcha al otro mundo con un horrible estrépito en su cabeza.
Durante un tiempo se hablará de un roquero con cierta leyenda negra que se cayó por la ventana, cuando fue a darle de comer a un gato, ¿o fue para fumarse un porro? ¡No!, se suicidó en un ataque de ansiedad. Unos jovencitos que comienzan a tocar, vecinos cercanos del suceso, dicen que se enfrentó a tres violadores y que arrebató a una muchacha de catorce años de sus garras. Pero aquella viejecita que siempre defendió a los albañiles dijo que lo pillaron robando para poder pincharse una dosis de droga. Y los albañiles pensarían, en la medida que el alcohol les dejó, que estaba loco. Que se les vino encima y que creían que iban a morir. En la grabadora de Ángel se hallaron las primeras palabras de su balada de encargo, salpicada con lágrimas de sangre.
Un antiguo compañero de bolos las quiso poner como epitafio en su tumba. 
Y el epitafio bien podría comenzar así: Soy una paloma de petróleo...

domingo, 8 de diciembre de 2024

TE OBLIGO A MI

Conoces a alguien, o te conocen, en ese momento mágico en el que el organismo reclama amor para su persona, o es decir casi siempre, y surge el enamoramiento de nuevo.

Es la contemplación de una escultura que nos gusta copiosamente.
Los primeros contactos pasan como una apisonadora precedida de un tornado donde la única meta es la pasión que antecede a la posesión.
En la escultura se aprecian detalles que te, o le, gustaría trocar.
Una persona trata de cambiar a la otra.
El método es lo de menos, aunque algunos de ellos son extremadamente dolorosos: chantajes emocionales con incursiones agresivas en la vida social del otro.
La escultura comienza a no apreciar la mirada que antes le agradaba.
Te sientes, o me siento, muy mal porque los cambios que deseo, o deseas, no terminan de realizarse. Se arremete contra el perfil inicial.
Entonces la escultura se rompe.
Si me conociste de una forma, o te conocí, que gustó tanto, ¿por qué forzar el cambio mío, o tuyo?, con el riesgo conllevado de que al transformar dicha forma desaparezca el impulso inicial de gustar, o amar.
En ocasiones se proyecta la evolución, ahora sí justificada, para mejorar una situación amorosa como puede ser el abandono de una pareja por otra o las adicciones claramente peligrosas. Eso es otro tema.
Moldear dicha escultura (la persona amada) a tu, o mi, antojo no es precisamente la mejor manera de demostrar un querer.
SALUD y SUERTE.

domingo, 3 de noviembre de 2024

UNA PESADILLA DE NEGATIVO A REVELADO

Pueden ustedes recordar la situación de despertarse bruscamente de una pesadilla. Claro que sí. Pueden ustedes recordar (qué tiempos aquellos) los negativos de la película de la cámara de fotos. Negativo que al revelarse da la vuelta a la imagen y sale la foto en positivo. Pues a mi me sucedió que el negativo de una pesadilla se me reveló como positivo en la vida real; es decir, al despertar. Me explicaré. La señora Paquita, que es como la esposa de Ned Flanders (el vecino de Homer Simpson) hecha realidad pero con treinta años más en su anatomía, mujer viuda y sola, me tenía alquilada una vivienda donde, en soledad, yo dormía en una habitación a puerta cerrada y completamente a oscuras y desnudo, para más señas. Éramos vecinos de planta. Únicos vecinos. Ella poseía las llaves de mi vivienda, como debe ser, y tenía permiso para entrar cuando yo no estuviera dentro desde el principio de nuestro contrato. Aunque la prudente mujer procuraba no hacerlo nunca. Pero nos hallamos frente a una avería de fontanería a la que había que plantarle cara de inmediato. Así que le tenía dicho que entrara sin ningún problema ante una emergenciaPaquita, auspiciada por otro vecino, contrato a un hombre negro de 1,80 de puro músculo. Un negro de África que entendía bien el español y de fontanería como para soldar una fuga de gas que tenía condenada al fracaso mi hornilla donde me cocinaba los engrudos de arroz y pasta. Llevaba comiendo de menú, y de frío, más de dos semanas. Me gusta. Debo decirlo. Paquita, me telefoneó y me aseguró que llamarían a mi puerta sobre las cuatro de la tarde. Me pareció bien ya que sería una hora perfecta en la que tendría tiempo de pasar un rato en el bar al salir del trabajo leyendo el periódico y tomando cerveza. Después le metería prisa al fontanero, regatearía su precio final, comería algo y me echaría una buena siesta. Placer que tenía olvidado desde varios días atrás. Un buen plan, ¿no les parece? Era jueves. Para no variar el fontanero no se presentó a su hora. Forma parte de su profesión. Paquita lo esperaba y yo hacía lo mismo. Y nos dieron las cuatro, y las cinco, y las seis y las siete. Y sin música del Sabina de por medio. Entonces me comí un plato de arroz tres delicias, frío, como un demonio cabreado. Y estaba algo colocado pues la espera me había llevado a beber más de la cuenta y a darle cuatro caladas a un porrito de marihuana que me fabriqué. Qué sueño más rico. Me fui para el dormitorio. Me acosté. Enchufé la radio que se apagaría sola al transcurso de 60 minutos. Y dormí tan plácidamente como un bebé. Mientras tanto Paquita esperaba con desesperación al fontanero. Ella había sufrido el desplante de otros dos profesionales con anterioridad y se temía que iba a sucederle lo mismo de nuevo. Pero hubo consuelo para su frustración. A las ocho de la tarde le sonó el timbre de la puerta. A las ocho y cinco sonó el de la mía, por lo visto y oído, durante diez largos minutos. Pero el dueño de ese timbre estaba en el mundo de los sueños que con la estimulación recibida no escuchaba nada. Desde luego a mi mente le interesaba mucho más soñar con que era un héroe medieval rescatando a una princesa. Paquita dedujo que yo no estaba e intentó abrir con su llave sin conseguirlo. Por supuesto mi puerta tenía echada la cadenita, en este caso un carril de seguridad rígido que impedía abrir la puerta más de tres centímetros. “A ver si le ha pasado algo al hombre”, expresó el fontanero corpulento. Qué clase de fontanero era ese tipo, pude preguntarle más tarde, que consiguió entrar gracias a un destornillador. Ni seguridad ni leches. Carril de seguridad empujado y anulado. Puerta abierta y los dos para adentro. En mi sueño estaba hinchando a hostias a un dragón pero sin éxito alguno. Es más, en ese tipo de sueños la bestia jamás sufre daño y yo acabo con dolor de brazo y acojonado hasta que despierto con bastante sudor y agradezco a la realidad su acogida. Aun en plena dormitada mi instinto de protección se activó cuando abrieron la puerta de la habitación y encendieron la luz. Entre la brisa y la claridad repentina desperté. Veo a Paquita en medio de la puerta con sus ojos bien abiertos y en su pecho un medallón reluciente, tras ella como si fuera bicéfala una gran cabeza rapada todo ello bastante negro. ¡El dragón! Pueden imaginar el salto brusco que di de la cama. Claro que sí. En el duerme vela esa figura que ambos representaban me pareció algo monstruoso. Y si hubiera sido un sueño a lo mejor hasta intento golpearlo. Pero era otro escenario y sospechaba que mis golpes iban a ser devueltos. Lo mismo el fontanero negro me da un puñetazo que aprovecho hasta el ruido. ¿Qué hacer? Pues quizá lo hayan adivinado: GRITAR. Y grito. Paquita grita todavía más fuerte. No sé si por el susto de mi voz o por ver mi cuerpo de noventa kilos de peso completamente desnudo y medio empalmado mi pene debido a las ganas de orinar que me entraron de súbito. El hombre negro también gritó. La escena acabó cuando, ya despierto del todo, exclamé: “La madre que te parió”. Como pude les indiqué que se marcharan hacia la cocina. Me vestí. Paquita se había marchado. Me puse de acuerdo con el fontanero para la tarea. Una hora después él también se marchó. Por lo visto, la factura era para el seguro. A mi me daba miedo volver al dormitorio con lo que esa noche dormí en el sofá. Al día siguiente sobre las cuatro de la tarde sonó el timbre de mi puerta. Abrí. Era Paquita y me detalló muy enfadada que estaba disgustada conmigo por haber nombrado a su madre (ya fallecida) el día anterior. Le tuve que pedir perdón. Qué le vamos a hacer. A joderse uno, otra vez. a por la siguiente pesadilla. 

martes, 1 de octubre de 2024

UN DIA CUALQUIERA

Un día cualquiera
bajo los mantos de algodón
al arropo de los sentidos
entre díscolos pensamientos
despertaré.
Un día cualquiera
avanzando a brazas
apartando la maleza
resistiendo al viento
luchando contra la ecolalia
te hallaré.
Ese día cualquiera
cuando el rumbo nos cruce
cuando los caminos coincidan
si nuestras alas se rozan
y nuestras miradas se imantan
allí mismo y para siempre
te amaré.

domingo, 1 de septiembre de 2024

ILUSIONES VIAJERAS PASADAS

Aquella tarde maravillosa como tú fuiste. Más de cinco horas haciendo el amor sin parar. Me dijiste: “Eres una máquina de hacer semen”. “Es el amor que te tengo, vida, que no cabe en mi cuerpo” Me convertiste en un animal sexual. Tu tacto, tus besos, tus olores. Tu belleza femenina. Todos aquellos celos por no tenerte aprisionada todo el día, toda la noche, toda la vida… Fóllame otra vez, amor mío… Escuché de nuevo, cuando mis fuerzas comenzaban a odiarme. ¿Cómo no? Podría morir vaciado. Viajar al otro mundo bien lleno de ti. Después te marchaste, como siempre, con él. Y supe que perpetuaría aquel momento a lo largo de toda mi existencia y que volvería a estar solo.

viernes, 2 de agosto de 2024

EL VÓRTIZE caprichoso


El vórtize, el centro del torbellino mental. Nos transporta y empuja, en rededor, sin destino fijo ni ruta predeterminada. Nos protege y arropa de esas paredes intensas, frías, hechas de cristales pegados que distorsionan nuestra imagen. Ese círculo infame que tanto miedo nos da. Es impensable atravesarlo, ¿alguien lo habrá conseguido? Pero tú -¿y yo?- estás ahí. Dentro. Qué cárcel más desasosegante, cuánta tranquilidad que no paz. Bastaría con atravesar los malditos muros grisáceos, amenazantes. Allí habitan los monstruos; los tuyos, tú los has creado. Pero también están los míos. Sólo tienen poder ahí, en los límites de nuestro Vórtize. De niños aquellas fronteras eran imperceptibles. Surgieron por primera vez en la adolescencia. Más adelante, con las primeras frustraciones juveniles se consolidaron. Y, cómo no, en nuestra madurez ya se quedaron a vivir de okupas. Ilusiones, metas y deseos se toparon de frente con la vida; la que apañó esos motivos para crear la zona de confort, gran círculo redondo con un cielo despejado. Hay tantas zonas como personas atrapadas. Pero yo mantengo la esperanza. Más allá del torbellino sé que alguien espera tu llegada, porque si ese alguien ha logrado llegar hasta allí tú podrás emularle. Alguna vez lo conseguirás. Y deseo encontrarte en aquel lugar.